Capítulo 26

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POV Strange:

Camino realmente distraído. No puedo dejar de pensar en el alboroto de emociones y pensamientos desubicados que tiene Wanda. Quizá no estoy siendo de mucha ayuda. Me lo grita la actitud que le noto. Pero es verdaderamente frustrante el que no confíe en mí. Sacudo la cabeza.

El caso, es que una vez llego a la puerta que Scott me explico, y al entrar observo el ascensor, ya se que estoy llegando a mi destino.

No conozco demasiado a la Christine de este universo, pero no creo que sea tan diferente a la del mío. Debe existir una explicación lógica para la forma en la que actúa. Ya que ayudó a que América no fuese capturada, y confió en mi. Aunque mi yo alternativo de este universo arrasará con el.

Cuando nota mi presencia, se levanta de la cama en la que estaba y se acerca, vacilante, a la pared de cristal que nos separa. La observo con una mirada pasiva, y cruzo mis brazos.

Me sorprende la manera en la que ya puedo estar cerca de ella sin que se me acelere el corazón. Es increíble el impacto que ha causado Wanda en mí vida. No me podía imaginar con nadie más que con Christine. Ni si quiera tenía ganas de tener deslices con nadie. Y sí, se me han dado varias oportunidades, no lo niego. La única vez que vacile, lo admito, fue cuando vi a Wanda con el traje de la bruja Escarlata. No sé si fue el contraste en el que estaba acostumbrado a verla, pero mi cuerpo reaccionaba a su presencia. De cualquier modo, era una amenaza. Así que debía ser coherente y evitar el rapto de una adolescente y posiblemente, la destrucción del multiverso. Eso fue lo que hice. Además, reencontrarme con Christine en este universo, hizo que me olvidase de lo demás. De todos modos, fue solo atracción sexual. Sin embargo, empecé a conocerla a fondo después. La manera en la que se tortura por cosas de las que ella no tiene culpa, me destroza por dentro. Y aún que en su soledad es frágil, siempre es capaz de enfrentar cualquier cosa. Ya sea sola o con compañía. Y eso me hizo admirarla.

-¿Qué quieres? -Me pregunta con un pequeño tono que se me hace hasta desagradable, sacándome de mis pensamientos.

-Dime que te propones en realidad, y todo esto podrá terminar.

-Ya lo dije. -Levanta sus cejas, altiva.

Admito, que es evidente que ésto, esconde algo. Christine se dejó atrapar, sabía que había varias telépatas aquí como para no sospechar que alguna se colaría en su cabeza y sabría sus planes. Entonces, hay algo más. Pero debo sonsacárselo con cuidado. Es inteligente, de eso no hay duda.

Camino alrededor del pequeño cubículo de cristal que la tiene retenida. Ella me sigue con la mirada pero no dice una palabra.

-Abre. -Alzo las cejas. -Sabes que no conseguiréis nada estando yo aquí. Me necesitáis.

-Necesitamos tu guarida. No te confundas. Ya tenemos a personas lo suficientemente inteligentes como para que tú dejes de ser útil. -Rie por sus fosas nasales sacando una media sonrisa. Huele a sarcasmo.

-Vamos, abre. -Me repite, señalándome la puerta con sus cejas.

Junto mis labios cuando me percato que la puerta ya está abierta. Por eso la insistencia. Lo que no entiendo, es por qué no sale... Entrecierro los ojos.

-¿A qué esperas? -Menciono, encoge un hombro.

-Quiero que seas tú quien me saque de aquí.-Suspiro.

-Vaya... Parece que estás más enferma de lo que parece. -Me vuelve a sonreír y termina de abrir la puerta.

-Magia. -Pronuncia cínica. -¿Sabes cómo he podido abrirla?

-Sorprendeme.

-Veras, estás celdas no las usan por qué tienen un pequeño desperfecto. Obviamente, los presos no lo sabrían. Pero... Una vez se abre la puerta por la que tú has entrado, por una décima de segundo, las celdas se abren. Nadie se daría cuenta...

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora