Capitulo 40

288 26 16
                                    

Pov narradora:

Wanda bebe de su taza humeante, completamente distraída, mirando a la nada. Tanto es así, que ni siquiera percibe cuando Jean se acerca a ella.

—¿Wanda? —se pronuncia Jean. Pero Wanda sigue sin notar su presencia.

Jean bate sus manos frente a la cara de Wanda, intentando que reaccione. Nada, esta completamente ausente. Suelta un suspiro mientras cruza sus brazos. Le daría una bofetada, pero claro, la pobre bebé dentro de ella no tiene culpa. Y si Stephen se entera que la han puesto una mano encima... bueno, mejor no pensar demasiado en ello. Entonces, con paciencia, agarra una silla para sentarse frente a ella. Wanda bebe otro sorbo de lo que sea que haya allí dentro. Pues Jean, al echar un vistazo, no puede evitar hacer una mueca de desagrado. ¿¡Por qué demonios está eso tan verde!? 

"¿Notará si le quito la taza?" Se sigue preguntando la oji-azul. Muerde su labio inferior y vuelve a intentar que la note alzando un poco su voz... bueno, tal vez demasiado.

—¡Wanda! —está da un leve saltito y al fin la enfoca.

—¡Jean!, no había notado que estabas Aquí. —La nombrada rueda los ojos.

—No me digas...—pronuncia con sarcasmo mientras cruza sus brazos y toma asiento. —¿Qué te tiene tan distraída? —Wanda alarga un suspiro amargo que llama la completa atención de su acompañante.

—Han pasado tantas cosas... —después de eso la observa, entrecerrando sus ojos. Jean se echa hacía atrás de manera casi inconsciente. —¿Por qué algunas veces no os despegais de mí, y, sin embargo, otras veces vuestro ser es tan invisible que no os veo?

—¿Me estás reclamando algo? —pronuncia, incluso en tono juguetón. Pero nota rápidamente que Wanda no está de ánimos para nada. Pues bebe otro sorbo y encoge sus hombros de manera desinteresada. Así que la oji-azul suspira. —Entiendo tu confusión —La oji-verde la mira por encima de la taza con recelo. —Pero, aún así, debes saber que estamos de tu lado. Es solo que en ocasiones extrañamos nuestro hogar.

Wanda, dubitativa, la observa. Pero su mirada se desvía en automático cuando ve a Stephen entrar después de entrenar a los chicos. A Wanda le capta por completo la atención, cuando, al entrecerrar los ojos, aún estando en una distancia considerable, observa claramente cuando una gota de sudor cae plácidamente por la frente de Stephen. Traga saliva de manera involuntaria. ¿Cómo puede tener tan buena visión estando tan lejos? Sus brazos están descubiertos, pues su camiseta es de manga rematada. A pesar de no ser un hombre muy musculoso especialmente, si está fibroso. Debe ser por sus ejercicios. No sólo ejercita su mente, ella sabe que también es muy dedicado con su cuerpo. Wanda ni siquiera pestañea, su boca ha quedado semiabierta, y el corazón le ha dado un vuelco cuando Stephen ha sonreído de medio lado a uno de sus alumnos. La taza ha quedado suspendida en el aire. Pues no ha llegado a su boca, está un poco más abajo de su mentón.

Jean, al verla tan embelesada, también a conducido su mirada al lugar que llama tanto la atención de su acompañante. Y, al percatarse de que la mantiene tan distraída, sonriendo hacia abajo, decide prepararse cualquier cosa de desayunar hasta que Wanda salga de su viaje astral. Pero, Illyana, que acaba de entrar en la cocina, no tiene los mismos planes.

—¡Chicas, buenos días! —su sonrisa se va desvaneciendo a medida que centra su mirada en la oji-verde. —Pero... ¿qué demonios le pasa?

Jean le pasa una taza de café, que ella acepta aún con la mirada fija en Wanda.

—Nada... Está admirando a lo que tiene ganas de comerse... —escupe en respuesta para beber después.

Illyana junta sus cejas, y mira el recibidor. Una carcajada tan estruendosa sale de ella, que incluso despierta a Wanda de su letargo. Alterna su mirada entre ambas con sus ojos de par en par.

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora