Capítulo 23

566 43 38
                                    

POV Wanda:

Despierto agotada como si un camión hubiese pasado por encima de mi varias veces sin ningún ápice de bondad. Un leve dolor de cabeza y de ojos, además de tenerlos hinchados por la manera de llorar que tuve antes de dormir, me azotan sin disimulo. Haciendo una mueca de dolor me incorporo en la cama y observo mi alrededor. Estoy cansada, de nuevo... La habitación es diferente. Claro... Comienzo a razonar y recuerdo que ya no estamos en Kamar-Taj. Fijándome en el centro de la habitación, noto que Stephen está parado frente a un espejo. Me regala una mirada fugaz y vuelve su atención a lo que sea que esté haciendo. La verdad es que no tengo las fuerzas para prestar atención a su prioridad.

-Al fin despiertas. Estamos a punto de cenar, será mejor que te levantes. Necesitas comer algo.

-No tengo hambre. -Contesto con simpleza y me levanto para dirigirme al baño.

-Hay gente invitada. -Chasqueo con ironía.

-Evidentemente, nosotros.

-No Wanda...

Mi sonrisa se desvanece según las palabras me penetran en el cerebro. Me freno en seco y giro mi cuerpo para ver su espalda, estando ya parada en la puerta del baño. Al notar mi silencio, se gira hacia mi con su ceño fruncido. Cruzo mis brazos.

-¿Quién está invitado... O invitada? -Niega y acerca su persona a mí. Alzó las cejas a la defensiva.

-Wanda...

-¿¡Quién-está-invitada!? -Repito un poco más alterada de lo que debería.

Agarra el puente de su nariz pero permanece en silencio. Una risa amarga sale de mi.

-Christine...

-Sorprendeme después de esto... ¿Por qué te estás arreglando tanto entonces? -Exijo saber.

-No me estoy arreglando de más... Solo no quiero verme como si acabará de pelear con un puma. -Pronuncia sonriente.

-Eres idiota... -Murmuro entrando al baño y cerrando de un portazo.

Le escucho suspirar tras la puerta, y yo hago lo mismo sentandome en la taza del váter. Tapada, evidentemente. Al ver mi rostro en el espejo del baño, hago un gesto de horror. Estoy espantosa. Mis ojos inflamados, nariz roja y rímel corrido. Soy todo un espectáculo de ver. Quizá por eso ha soltado ese comentario tan elocuente... Niego y me lavó la cara, y después me cepillo el pelo. ¡Genial! Estoy más visible. Ya no parezco un zombie, eso es bueno.

Tomo aire antes de abrir la puerta, y aferrándome a la idea de que ya ha salido de la habitación, un jarro de agua fría cae sobre mí cuando le veo sentado en la cama. Lleva un pantalón negro y una camisa azul que hace resaltar sus preciosos ojos. Pero no debo distraerme, estoy enfadada. Su mirada, de corderito degollado, me sigue por cada paso que doy. Ahora soy yo quien se sienta en el tocador.

-¿Por qué estás enfadada? -Pregunta con calma.

-¿Por qué la has invitado a cenar? ¿Qué es esto? -Dejo la brochita de maquillaje que había cogido con fuerza en la mesita de vuelta. Niega y se levanta para posarse tras de mí.

-Tenemos que hablar de cosas importantes, solo eso, nada más...

-Podría decírselo a todos, no a ti en privado. -Ataco.

-Ella no sabía que estábamos casados Wanda.

Una irá inconmensurable se apodera de mi y empujo la silla para atrás con fuerza. Él atina a quitarse de en medio justo en el momento oportuno. Mi mirada se clava en la suya, y así seguimos en silencio unos momentos.

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora