Capitulo 38

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Pov Stephen:

-Stephen, será mejor que observes las cámaras.

Frunzo el ceño, y lo hago al momento. Mis cejas se juntan todavía más al ver a Wanda con Agatha en el patio. Pero lo más llamativo, es la pequeña maleta que aguarda en las manos de Wanda.

-¿No te parece inútil tener cámaras sin audio? -Le replico a Wong y él solo alza sus hombros.

Espero paciente su conversación. Pero ver a Agatha contenta, no me transmite nada bueno. Al parecer, la charla ha terminado. Pero no, me retracto a mi mismo. Se ha retrasado. Pues Wanda vuelve dentro del santuario. Un aire de esperanza brota frente a mí. Imaginando que ella realmente se quedará aquí y no piensa irse en lo absoluto. Sube las escaleras silenciosa. Mis labios se juntan. ¿Dónde quiere ir? Pero mis ojos se abren al notar que donde entra, es en mi habitación. Me acerco más al aparato como si me ayudará a ver mejor. Ella, apesadumbrada, toquetea repetidamente su collar. ¿Qué es lo que quiere hacer con el? Sus ojos viajan por todo el lugar, hasta hallar una libretita y un bolígrafo que tengo en una de las mesitas de noche. Garabatea algo en una hoja, y la deja sobre la cama. A continuación, se desprende de su collar para dejarle sobre el papel, y con una mirada triste, sale de allí para volver con Agatha y desaparecer ante mis ojos en cuestión de segundos.

Salgo del despacho, para, con grandes zancadas, dirigirme a mi cuarto. Allí, en todo el centro de la cama, se encuentra el collar y la nota. Agarro con cuidado el primero, y procedo a leer lo segundo.

"Stephen, puede que no comprendas mi procedimiento. Pero soy yo quien necesita entenderse. Perdona, pero tengo que encontrarme. Saber si de verdad soy tan poderosa... Y peligrosa"

Arrugo la hoja con fuerza, y aprieto mi mandíbula. Si le hubiera dado las cartas, quizá esto no habría ocurrido. Si se las hubiese dado... ¡Pero aún no es tarde! Me animo mentalmente.

Es evidente el lugar donde Agatha la ha llevado. Así que, corro hasta el cajón encriptado, y rebusco la llave en mi pantalón... ¿No la tengo ahí? ¿Por qué? Debería estar. Junto mis cejas. Pero solo con observarle por encima, averiguo enseguida que ha sido usurpado el interior. Con un bufido salgo de la habitación. Wong se supone, era el único que sabía de la existencia de esas cartas. Pero estoy seguro que él no se las daría cuando yo me he negado rotundamente en repetidas ocasiones. Así que solo queda una persona. La encuentro en su cuarto, cuando después de dar dos toques, abro sin esperar respuesta.

-¿¡Dónde están las cartas!? -Pregunto directamente. No tiene sentido dar vueltas en círculo si es esto lo que quiero saber.

-Hmmm... No se de qué me hablas. -Finje demencia. Cruzo mis brazos y ella frunce sus labios.

-No estoy de humor para bromas América. Te exijo que me lo digas. ¡Ya! -Da un pequeño saltito.

-Las tiene Wanda... -Musita, de una manera casi inaudible.

-¿¡Qué!?

-Vi que estaba haciendo una pequeña maleta. Así que se las colé allí.

-Ni siquiera sabías donde iba. ¡Por Dios! -Me ofuscó y doy la vuelta apretando el puente de mi nariz.

-Es que...

-¿Cómo sabías de su existencia? -Me vuelvo a girar.

-Te oí hablarlo con Wong. Además, cuando estábamos en ese... Lugar. -Hace una mueca de duda. -Wanda, dijo que había oído como tú decías que era el día cuarenta y dos o algo así. No fue difícil descifrar de que cartas hablabais entonces. Y como siempre llevas una llave encima...

-Eso no es excusa para meterte en mis pertenencias América.

-Lo siento. -Agacha la cabeza. -Es sólo que... No quiero que la familia se destruya... -Cierro los ojos unos instantes, buscando calma.

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora