Capítulo 3

854 109 38
                                    

POV Wanda:

Me quedo ahí helada como una estatua. Creo fervientemente que Stephen se ha vuelto loco. La sola idea de verme allí con todos mirándome mal y él teniendo que estarme defendiendo todo el rato es agotador.

—No, no voy hacer eso.

—Wanda, necesito que entiendas que no puedo dejarte sola. Eso que se cierne sobre nosotros la siento como una amenaza mucho más grande que la de Thanos. —Una punzada de dolor se instala en mi pecho. —No le vamos a decir nada a nadie, solo a América. Necesito que te respeten, necesito tenerte cerca.

—Strange no te ofendas, pero si yo devaste Kamar-Taj en minutos, no me quiero imaginar lo que hará... quien sea. No, lo mejor es que me aleje de todos. Me iré a las montañas, seguro que es lo mejor. —Paro en seco de hablar cuando me doy cuenta de que él solo me ve con las cejas levantadas y una postura recta de brazos cruzados.

Resopló sin siquiera darme cuenta cuando da dos pasos hacia mi.

—Wanda, solo será el sobrenombre de prometida para que ha nadie se le ocurra faltarte el respeto. Y te aseguro que eso no pasaría de ninguna manera. Pero necesito que entiendas, que tú no eres la mala del cuento. —Trago saliva. —Fuiste víctima de unas consecuencias que te hicieron parecer una persona cruel y sin escrúpulos. Pero no lo eres.

—Persegui a una niña por todo el multiverso llevándome a quien se interponía por el medio. Incluso a otras versiones de ti. ¿Quién te dice que no haré lo mismo contigo?

Pasan unos segundos en silencio que se me hacen eternos. Sus ojos y los míos están conectados y no pienso bajar la mirada en ningún momento. Debe entender que si vuelvo a perder el control, nadie podrá pararme.

—Correre el riesgo. —Mis hombros bajan por inercia por qué al parecer no estaba respirando.

Sé que la mejor opción para lo que sea que me persigue es no estar sola. Pero no quiero volver a dañar a nadie. Durante toda mi vida he tenido que perder gente que amaba, y todo eso ha sido en vano por qué al final me convertí en todo eso que quería destruir. Me he llevado tantas vidas de gente inocente por mi paso, que no merezco nada bueno.

—Wanda, no fue tu culpa. Fuiste tomada por el libro de los condenados. —Niego con fuerza. —Solo contestame una pregunta. ¿Lo harías ahora si supieras que puedes tener a tus hijos de vuelta contigo? —Trago saliva y evito el contacto visual. —Contestame sinceramente. ¿Lo harías de nuevo?

—No...

—¡Esa es la respuesta que esperaba! Perfecto ve a por tus cosas. —Empieza a andar.

—¡Oye, espera! —Se da la vuelta. —Esta bien, tienes razón. Lo mejor es tenerme vigilada. —Asiente. —Pero quiero poner condiciones. —Alza las cejas. —La primera es, aunque creo que eso es evidente, no quiero muestras de afecto en público y menos en privado, y no dormiremos juntos. —Hace una media sonrisa. —Si en algún momento pierdo el control... Parame como sea Strange.

—Wanda, eso no será ne...

—¡Prometemelo! —Le interrumpo. Asiente. — Y por último, pero no menos importante, vamos a llevarnos a Dominga. —Su cejas se juntan. —La pobre mujer no puede estar sola, y nadie viene a visitarla ni se preocupa por ella. Tengo miedo de que en cualquier momento le pase algo.

—¿Te preocupa una anciana y tienes miedo de llevarte las vidas de todos mis estudiantes? —Comenta sarcástico, y yo ruedo los ojos. —Esta bien. Creo que le caigo bien a la suegra. —Suelta de golpe para después dejarme sola.

Le sigo dándole vueltas y vueltas por qué se que las proximas semanas, o incluso meses, serán complicados. Cuando llegó a su lado me sigo chinchando hablándome.

Entre Tu Mundo Y El MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora