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Zoro estrujaba las caderas de Sanji y restregaba sus nalgas en su ya dura entrepierna.

-¿puedes sentir como estoy por tu culpa?-dijo Zoro sobre su oido.

-Z-zoro no...t-tenemos que hablar.-dijo agitado.

-Ya lo estamos haciendo, ¿qué es eso de lo que quieres hablar?

Zoro deslizó su mano hasta la entrepierna del rubio pezando a masajearlo, los movimientos eran tan lentos y placenteros que el rubio empezaba a sentir cómo su entrepierna comenzaba a levantarse.

El cuerpo de Sanji se retorcía y con sus manos trataba de sujetarse del fregadero con fuerza.

-Ogh mierda.-gimio el rubio.

-Te cogere aquí mismo, sobre el fregadero, después sobre la mesa y luego te haré venir en tu cama.-susurro una vez más sobre su oido.

Las nalgas del rubio se meneaban en la entrepierna del contrario, sus movimientos eran lentos y con una sensualidad que le sacaba suspiros al peliverde, sus ganas de cogerselo eran cada vez más grandes.

-N-no, hablemos primero.-giro su cabeza para verlo.

-Hablemos mientras tenemos sexo.

Zoro rápidamente giro el cuerpo de Sanji dejándolo sobre la mesa, estaba acorralado, pero tampoco tenía intenciones de escapar, el peliverde ya había empezado a besarlo desesperadamente y con mucho deseo.

-No, basta, n-no se que es lo que quieres.-dijo entre gemidos.

-Ya te lo dije, te quiero a ti.-Esta vez lo había susurrado en sus labios, y después lo volvió a besar en un beso aun más rudo donde sus dientes rozaban con los labios contrarios.

El peliverde metio sus propios dedos a su boca dejándolos llenos de saliva, al estar ya muy mojados llevó su mano dentro del pantalón del rubio metiéndolos a su entrada.

-Agh, si...-gimio

-Esta apretado aquí.

-Tu has sido el único...‐suspiro.

Zoro siguió tocando hasta que sintió que ya estaba listo.

-Ya estas muy mojado.

-Ya deja eso y mételo.-gimio.

-¿Estas seguro?

Sanji asintió rápidamente, el peliverde al tener el consentimiento volteo su cuerpo boca abajo sobre la mesa donde anteriormente habían estado comiendo.

Dejo su trasero expuesto y poco a poco se fue adentrado en el, el rubio sentía como le dolía, no era mucho pero el dolor estaba ahí, como pudo se sujeto del mantel y la madera de la mesa, sus piernas comenzaban a temblar y si no se sujetaba de algo probablemente caería.

-Ah-ahora puedes preguntar todo lo que quieras.-dijo Zoro.

-¡Ah!, ¡ahg,¡ si,si más rápido.-las embestidas del peliverde poco a poco aumentaban de velocidad y el placer comenzaba a sentirse en el delgado cuerpo del rubio.-Y-yo quiero saber a que viniste.

-¿cuántas veces vas a preguntar lo mismo?-pregunto el peliverde.

-L-las veces necesarias hasta que me digas una buena r-razón.

-regrese por ti.-dijo Zoro sin dejar de moverse.

-D-debe de haber algo más.-dijo el rubio con una voz agitada.

-porqué te extrañe.-dio una embestida más fuerte.-No hubo ni un solo día que dejara de extrañarte.

-¡Ah! ¡Mierda!-gimio.-¿y porqué hasta ahora?

COMPROMISO//ZOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora