El fin de semana se hizo presente y eran unos días más de descanso para ambos, en los que preferían hacer absolutamente nada.
Durante toda la mañana y una parte del medio día se encontraban aún en la cama, sin ganas de levantarse para nada.
Sanji con ganas de seguir durmiendo y con toda la flojera del mundo tenía a Zoro a su lado aún adormilado que solo se quejaba por el hambre que tenía.
–¿Cuánto tiempo seguiremos en la cama?–preguntó el peliverde.
–¿Porqué? Tu amas estar echado todo el día.
–Lo sé, pero, estoy hambriento.
–Es verdad, igual yo, además, olvidé que también tengo que alimentar a dos gatos.–Sanji no lo pensó más y se levantó de la cama.
Camino hasta el closet de la habitación tratando de buscar algo que ponerse ya que solo llevaba una playera el doble de su tamaño y por debajo solo su ropa interior.
Zoro lo veía en todo momento, viéndolo caminar de un lado a otro por toda la habitación, mirando sus desnudas y bonitas piernas bien trabajadas que a su mente llego un flashback de cuándo las tenía sobre sus hombros.
Volvió a la realidad cuando escucho el rugido de su estómago por el hambre.
Bajo junto a Sanji a la cocina, y después de que este alimentará a sus dos pequeños gatos, trataron de ponerse de acuerdo en que comer pero es que se les antojaba cosas muy diferentes.
–Bien, no nos ponemos de acuerdo, mejor solo dime que quieres comer y ya.
–solo comamos algo que queramos los dos.
–Esa era la idea, pero es que no nos ponemos de acuerdo.
–¿Se te antoja algo de pasta? Puedo ayudarte hacer un spaghetti en salsa mientras que tu haces algunas albóndigas.–dijo Zoro.
–Esta bien, si, me parece buena idea.
Zoro solía ayudarle a Sanji en la cocina, había aprendido a cocinar bastante bien, y esto pasó ya que Sanji pasa la mayor parte del día fuera de casa y Zoro tenía que aprender a sobrevivir.
Y por un lado el rubio le agradecía la ayuda, se ahorraba bastante tiempo, aparte de que no estaba nada mal la comida del peliverde.
Ambos terminaron de comer, estaban bastante llenos, seguían con las ganas de no hacer nada que nuevamente se dirigieron a su habitación.
Sanji nuevamente se quedó en ropa interior, era mucho más cómodo así que andar en pantalones. Se dejó caer sobre la cama boca abajo pegando su mejilla a la almohada de la cama, mientras que Zoro se dejó caer a su lado.
–Estoy muy cansado, ¿que te parecería hacerme un masaje en todo el cuerpo?–Dijo Sanji.
–Si eso es lo que quieres, tus deseos son órdenes.
El peliverde se acomodó en la cama quedando en sus rodillas, el plan era maseajearle de la punta de los pies hasta la cabeza y eso haría.
Tomo sus pies con sus manos empezando hacer movimientos circulares mientras ponía un poco de presión, después siguió con sus tobillos, hasta subir a sus muslos, la ropa interior se había subido un poco dejando ver parte de su trasero, empezó a masajear también ambas nalgas con un poco de fuerza.
–Mmmgh, se siente bien.–gimio.
–¿Te gusta que masajeé tus nalgas?–pregunto el peliverde con un tono de voz seductor.
–En realidad si.–suspiro.
Zoro metió sus manos por debajo de la ropa interior apretando ambas nalgas con fuerza dejando las marcas rojas en ellas, después las retiro dejando una leve nalgada.
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COMPROMISO//ZOSAN
FanfictionTanto Sanji cómo Zoro se encontraban casados, cada quién con sus respectivas parejas, pero al ser presentados por ellas sus matrimonios se volvieron complicados.