Capítulo 14

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Benjamín M.

No quiero lastimarla sus heridas están recientes pero el deseo es inevitable.
Me tomo el tiempo de quitar su playera suavemente.
Ella es un templo, merece admirarla. Poniendo a María y a ella en una balanza, la escogería mis veces.
Esos azules que esconden un verde me miran con lujuria y fascinación.

Saboreo sus pechos, sus piernas, su rostro, su cabello con olor a fresa. Sus mejillas están rojas por el calor mientras su piel se eriza con mi tacto. Me besa demostrando el amor que existe entre ambos y sujeta mi cabello.

Las horas pasan y me encargo de que disfrute todas mis embestidas. No fui su primera vez pero me encargo de ser la última. Saboreo con mi glande su entrada mientras ella gime mi nombre con entusiasmo.

—¿Te gustó?—acaricio con el meñique, su espalda desnuda y cocida.

—Mucho

Quedamos dormidos en los brazos del otro hasta el próximo día...

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—Señor, ¿desea café?

Pregunta la empleada, atenta a mi respuesta.

—Si Celeste

—Negro como siempre—dijo y asentí

Tomé la bebida caliente con entusiasmo mientras revisaba unos cuantos papeles del trabajo. Los pasos de alguien sonaron en la escalera para luego aparecer en la cocina.

—Buenos días Celeste— habla Renée al llegar a la cocina y sonreír.

Lleva una sudadera mía y unos pantalones cortos.

—Buen día señora

Se acercó a mi, dándole un pequeño sorbo a mi bebida, para luego hacer una mueca de asco, prefiere el café dulce.

—No traigo pantys— susurró solo para los dos y llevé mi mano a su entrepierna

—¿Porque estás tan mojada?— mordí el lóbulo de su oreja

—Quiza alguien me folló

Reímos por lo bajo y es ahora cuando recuerdo lo importante que es nuestra relación para los dos.

Termino mi desayuno y subo para buscar mi bata. Tomo una camisa blanca y un pantalón negro y la loción  masculina inunda la habitación.
Le doy un beso a mi Renée y me adentro en las calles húmedas por la lluvia y  en treinta minutos estoy en la clínica privada.

—Doctor ¿como ha ido su mañana?—dijo María apricionando la tabla con los nombres de los pacientes contra su pecho

—Muy bien con mi mujer ¿ y tú?— el enojo es evidente al cerrar la puerta de mi consulta con fuerza.

Camina por el lugar, observandome, como si estuviera intentando buscar paciencia.

—Pensé que quedamos en no mencionar a esa idiota, amor

—María esto se acabó.— trato de sonar seguro—Yo quiero a mi mujer, quiero mi matrimonio y no lo voy a dejar por una golfa que mira a los hombres de otras mujeres

Se queda atónita ante mis argumentos para luego hablar:

—¡No!¡No lo admito!¡Esto no se acaba hasta que yo lo diga!

—¡Si se acaba! Porque yo no voy a continuar contigo

—¡Si lo harás!— gritó tapándose los oídos

—Escucha bien, ¡esto se acabó!¡Se acabó! Si sigues gritando voy a quitarte el cargo en este hospital ¿Lo entiendes?

—Eres un imbécil. Un patán. ¡Te odio!

—¡Yo a ti también!—dije sacándola y cerrando la puerta

Termino los primeros veinte pacientes y voy a almorzar con Valentín y unos cuantos médicos más.
Llegan las 2 y mi primera cirugía empieza.
Un señor de veintitrés años con un tumor cerebral. Por suerte no hubo derrame de sangre y pude salvarle la vida. Soy totalmente capaz de hacer este tipo de cirugías con los ojos cerrados pero siempre hay que prevenir, nunca se sabe que pueda pasar.

Salgo a las 5 y me dirijo a casa no sin antes de pasar por una helado para Renée. Desde que nos conocimos le ha gustado el de fresa con cacao.

La tarde se resume en ver películas con ella y me cuenta todas las atrocidades que pasó en París. Es una mujer fuerte y valiente a pesar de su edad, esa madurez que posee la hace tan interesante y esos ojos resguardan tanto inocencia como misterio.


Holiiii. Si llegaste hasta aquí, déjame decirte que ya te amo, espero que la trama sea de tu agrado.

CON CARIÑO

A.H


Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora