Ángeles Negros

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Renée

Abro las ventanas dejando que entre la luz a la habitación, mientras me peino frente al espejo, la verdad es que mi cabello es un asco. Desde ayer tenía pensado ir a la peluquería de Natalia y hoy siento que tengo las ganas que estaba buscando.
La fiesta terminó bien y por suerte Hugo no estuvo triste el resto del día, al parecer.

—¿Renée como te atreviste a descuidar esas mechas?

—Perdón, no he tenido tiempo de arreglarme, es un trabajo tras otro y los problemas nunca acaban

—Tu vida si que es difícil

—Literal

El momento más relajante de una chica es ir al peluquero y hacerse las uñas. Necesito un momento para consentir mi cuerpo.
Lavan mi cabello con shampoo de coco y fresa.

—¿Por donde lo vas a querer?

—Solo recorta las puntas, gracias.

Los productos del local de Natalia son de primera y siempre mantiene mi cabello hidratado para la vida desastrosa que llevo.
El spa es mi siguiente lugar, y en el espejo observo lo hermoso que se ve el cambio, a partir de hoy soy una pelirroja de ojos azules.

Los masajes me hacen olvidar el mundo por un momento y Jhon, mis padres, Benjamin, la responsabilidad de mi trabajo, mi jefe y el estar entre mis dos hermanos queda atrás.

—¿De que color querrás las uñas?

—Negro

Negro, color que identifica a Jhon Cooper. Todo sale de mi cabeza menos el. ¿Cuál es su maldito punto débil?
Nada de trabajo Renée, hoy es tu día de descanso y de mimar tu cuerpo.

Las horas pasan y el medio día llega. Para cuándo salgo del spa mi piel está hidratada y masajeada, tan hermosa como la piel de un bebé y mi cabello está hermoso con el rojo brillando bajo el sol mañanero.
Este es uno de los pocos días dónde hace frío pero el sol está afuera.

Almuerzo en un restaurant cerca de casa y luego voy al centro comercial.

Zapatos, carteras, prendas, pendientes, una que otras cosas para el pelo y gafas.
Las bolsas ocupaban mis manos, marcas Chanel, Gucci, Prada, Dior eran los logos de las marcas que llevaban las bolsas que sostenía.

Paseaba por una tienda cuando un vestido negro llamó mi atención. De una sola manga y cuello de tortuga, largo hasta los tobillos y dos aberturas en los muslos, bastante notables diría yo.
No es el color para usar en una visita de mis suegros o comer con mi esposo, pero si es uno para salir con mis amigas y divertirme. No es el color que le gusta a Benjamin pero luce muy hermoso. El negro brillante de estampa en mis ojos como si fuera lo mejor que halla visto en el mundo.

—son 700 dólares— dijo la mujer tras el mostrador

—¿Oiga me está vendiendo un vestido que usó Cleopatra o que?

—Lo siento señorita pero es el precio. ¿Lo va a comprar o no?

—Si,—rodee los ojos— que más da— le entregué el dinero a la señora de vestimenta de abuela y salí de la tienda.

La verdad no tengo pendientes para combinar con este vestido, otro día los compraré. Y no, no usé el dinero ni de Benjamin ni de mis padres ni el de unas amigas, usé mi dinero porque para algo trabajo y me puedo mantener sola.

Benjamín está de guardia, Hugo está llenando las planillas en la universidad y Celeste está con su hija en casa de su madre.
Preparo un café con leche y enciendo la chimenea artificial de la sala.
Salgo a caminar un rato con Mayha y el frío cala mis huesos. La nieve cubre todos los árboles y arbustos y es momento de comprar adornos para navidad.
Más de cinco bolsas tengo en las manos para cuando termino la tarea.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora