Tres copas

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Renée

—Preparate, solo puedes portar una Glock g19, el auricular estará conectado en todo momento y el dispositivo de rastreo ya ha Sido colocado—dijo Amelia

—No te preocupes porque yo sé que no trabajo con incompetentes—dijo Jeremiah—¿verdad Renée?

—Si señor

—Todo está listo. Jhon ha pedido a Renée, es la habitación 18—me entrega las llaves—ten cuidado y recuerda por nada del mundo decir que les he ayudado.

—Estas a salvo, Helena.

Todavía no creo que halla bailado. Las piernas me tiemblan y recuerdo sus ojos en mi. Logré en poco tiempo aprender la rutina pero el pánico escénico casi me toma por completo, mas, nunca debo olvidar que soy una profesional. Cómo mi padre siempre ha dicho, el deber va primero.

Me encamino al pasillo el cual porta una alfombra roja. Los números comienzan y quiero caminar más lento...15, 16, 17  un suspiro me toma y la puerta 18 se abre mostrando un hermoso jacuzzi, la luz rosada es tenue y las ventanas muestran la cuarta menguante de la luna.

—Tienes más valor en ese corazón del que pesaba—dicen a mis espaldas al cerrar la puerta.

¡Mierda!

—¿de que habla, mi señor?— finjo demencia

—Renée Sthibensson Carter...

Acaricia mi nombre con cada letra mirándome con deseo o quizá con ganas de matarme. Nunca sabré descifrar por completo a Jhon, maldito síndrome bipolar que carga.

—O, Bela— concluye acercándose

—No des un paso o te mato ya mismo.

—Haces eso y la banda de mafiosos de allá abajo te vuela los sesos—da una bebida a su vino y prosigue—¿en qué planeta naciste?

¿Me está coqueteando?

—¿Q..que?

—Valla hice sonrojar a la oficial

Mire mi rostro en el espejo de la habitación y valla que mis mejillas estaban rojas.

—¿En qué planeta naciste?— repite— ¿En serio creíste que no reconocería esos ojos? Tu delegado no es muy inteligente, Bela.

‹Horas de clases de pole dance desperdiciadas›

Ni siquiera había comenzado a actuar y ya me había arruinado el papel. ¿Tan mala soy?

—Te dejaré vivir. Me gusta jugar al gato y el ratón

—Pero...

— sabes que siempre hay un pero— tomó mi mano y me guío al pequeño balcón

El toque de su mano es cálido. No sé siente como si tuviera que huir de el.
Somos como el agua y el fuego, el no me quema y yo no lo apago.

¿Pero que mierdas pienso? El es mi presa, yo debo hacerlo pagar por sus crímenes.

—Hace frío—abracé mi cuerpo al notar mi piel erizada

—Toma—me entregó la chaqueta del fino traje

—¿Que hiciste con mi sangre? ¿Te masturbaste?

Soltó una sonora carcajadas

—Nada de eso querida. La coloqué en mi mesita de noche y prometí dale un beso antes de dormir—fijo  sarcásticamente regalando una sonrisa que dejaba ver sus hoyuelos

—¿Sabes que según los aztecas, para provocar los hoyuelos, los ancianos de cada tribu tomaban a los bebés por el rostro y así se quedaba la marca?—me miró— Cuando un bebé nace, tanto su piel como sus órganos son totalmente vulnerables. Y cómo la piel está blanda se puede moldear.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora