Mía

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Jhon

Desperté con sus brazos enrollados en mi torso y su cabello sobre toda la almohada. Como si fuera nuestra rutina y estuvieamos acostumbrados.

Su rostro mantiene una calma tan extraña, como si supiera que fuera a acabarse.

—Buenos días— sonrió dándome un leve beso en los labios

‹Ya no era la fiera que conocí antes›

—Buenos días. ¿Cómo dormiste?

—¿Dormí?

Reí junto a ella, los pequeños rayos que entraban por las ventanas le daban un toque de chispa a sus ojos con heterocromía. ¿Cuántas cosas más te harán diferente?.

—Venga vamos a comer

Me coloqué un pantalón de algodón sin camisa dejado a la vista mi torso.

—Vamos, déjame vestirme y ya bajo— se frota los ojos sentandose en la cama

—No dije que tenías que vestirte.

Me miró divertida con una sonrisa pícara.

—Lo se, pero no vamos a estar como Adán y Eva desnudos ¿o si?

—¿Porque no? Venga vamos, quédate así— sonó más a una orden y asintió.

—Mmm ok

Su pierna parece estar mejor ya en enrojecimiento bajó al igual que la hinchazón. Se quedó mirando desde el sofá las cenizas de la chimenea mientras preparaba un desayuno por lo menos decente.

El rojo de su cabello entre el verde de sus ojos le da una belleza sobrenatural. La piel tan blanca y sus extremidades delgadas, no es que sea voluptuosa ni extravagante, pasa desapercibida y con los tacones adecuados puede disimular su baja estatura.

—¿Qué?— preguntó al notar mi mirada.

—Estúpida.

—¿Cómo?

—Vamos a comer.

Se sentó intentando ocultar bajo la madera de la mesa sus pechos. Hago uso de mi autocontrol, debería estarla odiando, es el enemigo, debería cumplir lo que prometí.

—¡Oye las tostadas están quemadas!— interrumpió

—Bastante bien salieron, así que no te quejes.

—Al jugo le falta azúcar y está muy aguado.

—Renée por el amor de dios, cómetelo y apúrate.

—¡Pero es que está malo!

—No te haré caso

—Ugh— dijo tomando las frutas que al parecer era lo único comestible para ella.

Y pensar que quiere mi cabeza separada de mi cuerpo. No la veo como antes, está inofensiva y tierna, sabe que está en mis manos. ¿Estará arrepentida?

Sus ojos me gritan miles de respuestas indescifrables que no logro entender. Se pasea de aquí y allá contorneado las caderas con cada movimiento mientras lava los cubiertos, incluso haciéndolo se ve sexy.

—Ven— tomé su mano—vamos.

—¿Que?¿A dónde?

—Siempre tan preguntona Renée.

Los escalones de piedra de la parte tracera se muestran algo peligrosos, debido a la lluvia así que trato de bajarla con cuidado, faltara más que también se rompa un tobillo. Las pequeñas flores de los arbustos huelen exquisito después de la llovizna y el sonido de la cascada se hace presente.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora