VIEJOS TIEMPOS

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LIBRO I
TRIOLOGÍA: MATICES TÓXICOS

ABRAZA MI OSCURIDAD

Renée Sthibensson
· ─────── ·𖥸· ─────── · ¡DISFRUTA TU LECTURA!


Señorita Renée, creo que ya debería volver a casa,—dijo Celeste a través de la línea— va a llover y mire que si se enferma el señor Benjamín nos mata a las dos

Juego con el cable del teléfono, éste es un gran resorte color negro de plástico, mientras doy unas pequeñas vueltas en la silla con rueditas por el minúsculo espacio del cubículo.

—Celeste, tranquila, aún me faltan cosas por hacer aquí—dije — iré pronto te lo prometo.

Escucho las risillas de algunas chicas en los pasillos, así que asomo con cuidado y sin ser vista la cabeza, por encima de la pared que separa los cubículos, pudiendo escuchar mejor. Todas vestidas de policías del rango 1, cadetes, Barbies perfectas.

—¿Ya viste el nuevo caso que se abrió?— dice una de ellas.

Aparto el teléfono, obviando a Celeste y poniendo mis pies en puntillas para poder divisar mejor el panorama.

—Dice Ludmila que el primogénito de los Cooper es guapísimo— aporta una de ellas a la charla

Ludmila es una compañera del área investigativa, la veo a veces, es la encargada en la investigación de las identidades de los criminales.

—Aún no hay informes de su rostro, pero algo es seguro, está buenísimo— continúa, cubriendo su boca con una de sus manos, como si no quisiera ser escuchada pero quisiera seguir hablando del tema.

Todas se miran curiosas, como si fuera alguna especie de juego estar con un criminal. Ruedo los ojos, son tontas. ¿Quién en su sano juicio se enamora de un asesino? Eso es más tonto aún.

—Si —habla otra, mordiendo la cabecilla de su lapicero— Renée debe tener suerte, el caso fue asignado a ella.

—Ya sabes cómo es— dice la primera chica y todas sueltan a reír a carcajadas, burlándose de mi— "El trabajo es más importante."— hace una voz fina e irritante, imitando mi voz y dibujando las comillas en el aire.

¿Suerte? ¿Yo tengo suerte de investigar a una banda de mafiosos asesinos? No jodan, por el amor de dios. Ruedo los ojos por tercera vez, casi asqueada.

—Así es— alega la tercera chica, que no ha prestado mucha atención a la plática.— Toda una mojigata, seguro el hombre es un dios griego.

—Uno del infierno

Todas ríen y se pierden en sus cubículos, vuelvo a mi puesto, moviendo la silla hasta el escritorio, cuando noto el teléfono colgando por el resorte y dando brincos sin llegar al suelo. Lo tomo, y Celeste sigue en la línea.

—...y Mayha está como loca dando vueltas en la sala.

Trato de fingir que seguí la conversación y digo:

—Dale de las croquetas que compró Hugo, están en la maleta que traje, búscalas y se las das.

Está bien.

Cuelgo, y me adentro en los largos pasillos, justo por dónde estaban chismeando las mismas chicas de hace un rato, acompañada por el delegado a la sala de interrogatorios. Miro los retratos que cuelgan en las paredes iluminados por luces LED en color gris, de antiguos y retirados generales y coroneles, entre ellos mi padre, con su sonrisa cálida y haciendo un gesto de saludo militar.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora