Rosas negras

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Renée S.

Desperté con los ladridos de Mayha en el primer piso. Me dí una ducha rápida y me apresuré a escoger mi ropa, desde que cumplí catorce las botas han sido escenciales en mi vida, así que mayormente las uso.

Celeste preparó el desayuno en el jardín y por suerte Lucía vino a buscarme para irnos juntas, mi Mercedes está en la central así que no puedo conducir.

La colombiana se lleva muy bien con mi esposo, al igual que todas mis amigas, no es de esas chicas que coquetean con cualquiera, pese a tener su cuerpo y hermosura es muy agradable y seria.

—¿Nos vamos?—le di un beso a Benjamin mientras que mi compañera recogía su abrigo

—Claro Renée

El descapotable nos recibe y me detengo al ver el rojo carmín que le ha colocado esta vez.

—Le queda bien— dije con asentimiento.

—Si que si.

Pasamos por un montón de tiendas que se preparan para el inicio de la navidad colocando adornos y luces, hay un árbol gigante en el parque central.

Vuelvo a mis pantalones de camuflaje y botas altas. Con todo lo que ha pasado debo estar en la sala de interrogatorios por lo sucedido en París.
Mi mañana se resume en contar los altercados y las horribles experiencias que tuve con los Cooper.
Después de eso asisto a la cita con mi ginecóloga ya que debo ponerme la inyección del anticonceptivo trimestral y luego de eso decido ir a un mostrador.

Según la psicología humana, el respirar aire puro ayuda a bajar el nivel de estrés, y, es cierto, la paz que te transmiten algunos lugares a veces es indiscutible e indescriptible. El ruido de la cuidad sigue presente y a lo lejos se nota un pequeño parque, el cual conserva ese lado verde del lugar. Dándole un toque natural, y puro.

—¿Que desea para ordenar?— pregunta la chica del mostrador.

El logo del Mcdonald's luce en su uniforme, hay algunas personas en las mesas y personal que va y viene trayendo y llevando pedidos.

—Dos hamburguesas, con doble mayonesa y una para llevar— digo leyendo la carta—Ammm y unas papas extragrandes, con ketchup por favor.

—Enseguida sale su comida, espere allá— señala una de las mesas cerca del gran vidrio de la ventana, le sonrío y me dirijo a mi mesa.

Juego con el pequeño salero, casi vacío, que hay en la mesa mientras espero, el lugar comienza a vaciarse poco a poco, quedando solo algunos comensales.

Reviso mi teléfono, viendo los mensajes de Hugo, mamá, Shaira, y los de hace una semana de Benjamin cuando la pequeña campanita de la puerta suena, dándole paso a un hombre calvo, con una cicatriz en uno de sus ojos y completamente vestidos de negro.

Lo reparo y sin darle mucha importancia sigo esperando mi comida que, por fin llega.

—Disculpe la tardanza— dice la chica— hemos tenido unos problemas en la cocina.

Asiento dejando que se valla, doy unos cuantos bocados, nada como la comida chatarra, un poco de mayonesa cae en mi camisa, y trato de no maldecir en público. Pago la cuenta llevando la comida que pedí para llevar y me dirijo al estacionamiento en busca de mi auto.

Las pisadas de alguien me ponen alerta, volteando y encontrandome con el mismo hombre del Mcdonald's.

—¿Quien eres y por qué carajos me sigues?—apunto entre sus cejas con mi arma

—Vengo a entregarle algo— dijo sin nerviosismo, con calma

Se estacionaron en la entrada frente a nosotros dos camionetas negras y dos sujetos salieron de ellas.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora