Bastardo

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25 de diciembre

Jhon

—Efectivamente Jhon, está embarazada, tiene cuatro semanas.

El hombre habla y da detalles mientras yo solo pienso en desaparecer ese maldito feto.

—¿Es mío?

—No, hice los cálculos y tuvo relaciones sexuales con su esposo antes de colocarse el anticonceptivo, contigo fue después de eso.

—¡Lárgate!

La copa de vino tinto se estrelló contra la pantalla que iluminaba la foto de ella. ¿Preñada?¿De otro? No me jodan. Ese bastardo no va ni siquiera a nacer.

Salgo a la sala encontrandome con Matt.

—¿A dónde vas?

—Tengo asuntos pendientes, padre.

—No irás a ningún lado.—habla calmado y con el toque perfecto de orden— ¿Cómo se te ocurre salir con tu madre en este estado?

—¿Está muerta?

—Que cínico eres, es tu madre, te dió la vida, ¿como puedes dejarla así? La bala casi hace que pierda un ovario y tú estás ahí, que te importa otra cosa menos ella. Creeme que cuando se muera la llorarás, y no habrá vuelta atrás.

Salí sin responder, sus intentos de charlas de paternidad nunca se le han dado bien. Madre no es quien pare, madre es quien cría, ella nunca lo ha hecho.

—¿Amor a dónde vas?— sujeta mi brazo y me aparto con asco.

—Charlotte, ahora mismo no quiero lidiar con locas, apártate.

Hizo una gesto molesto y se apartó. No quiero lidiar con locas pero me voy a enfrentar a una, es increíble como me tienes detrás de tu culo Renée.

—¿A dónde vamos?

—A matar engendros.

Theodor me hace espacio en la camioneta y les informo a los guardias que no necesitaré de ellos. Treinta minutos después aparcamos cerca de un parque bastante desolado diría yo. El sol mañanero topa mi frente y no me queda de otra que ponerme los lentes cuando atraigo la atención de más de dos mujeres.

—Allí está— señaló con los auriculares.

La noto, vestida con un deportivo negro y una cremallera a juego, el sudor se pega a su frente mientras trota, y el largo cabello rojizo se mueve a la par del viento con cada uno de sus movimientos.
El abdomen aún no se le marca, no tiene los meses suficientes para eso, será más fácil matarlo.

—Ya he logrado desactivar las cámaras de seguridad—me informa

Cambiamos de asiento y sin pensarlo dos veces piso el acelerador a fondo en dirrección a dónde está, supongo que por los auriculares que lleva no siente la fricción de las llantas contra el pavimento.

La camioneta atraviesa la acera y en fracción de segundos veo su cuerpo rodar sobre el capó de esta.
Jugaremos a lo mismo mi amor. Muerta pero no con hijos de otro.
Reviso que esté respirando bien y sí, ella es peor que un grano en el culo.

Tiene una pequeña herida en la frente la cual hace que parte de su rostro quede mojado con el líquido carmesí.

—De ti no salen engendros de nadie— sostuve su nuca antes de darle un beso en los labios llenos de sangre—Es por tu bien Bela.

Volvimos a la camioneta y con la misma velocidad con la que llegamos nos fuimos. Siento esa satisfacción de felicidad, como cuando arreglas algo que estaba roto. En todo el camino Theodor no se atreve a hablar y prefiero que no haga preguntas.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora