Ave Fénix

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Renée

La construcción de mi antigua casa se viene sobre mi. Mayha sale a saludarme justo como lo hacía semanas atrás.

—¡Buenos días!— digo al abrir la puerta.

—¡Renée!— me abraza Shaira casi auto seguido de hablar.— al fin has vuelto loca desquiciada— besa mi frente ya que es más alta que yo.

—No me iré nunca más. Lo prometo.

—Que bueno hermana— suelta mi cintura y me ayuda con la maleta.

Aparece Madel, mirándome de una forma indescriptible, no se si me odia, no sé si está feliz, arreglé el daño, pero siguen decepcionados.

—Mamá...

Corre a abrazarme, ese abrazo de mamá que te segura que todo va a estar bien, que no me importa que hagas siempre será ella quien te perdone.

—Mi amor— entrelaza sus manos en mi cabello y olor a flores (típico de ella) se adentra en mis fosas nasales.

—Te, he, extrañado mucho— mis ojos se encharcan y siento su paz.

Estuve tanto tiempo lejos de ella, que cuando ya no pude estar cerca era demasiado tarde.

—Hiciste lo correcto, hija.

Subimos las escaleras directo a lo que era mi cuarto, más bien dicho a lo que es mi cuarto.
Las sábanas limpias, el olor de Mayha y al cuarto de baño son características dichas de este lugar que tanto extrañé.

Vienen a mi mente los recuerdos de cuando compré la casa, de mi primer colchón, del florero que había comprado Benjamin por descuento en una tienda que más tarde rompió Mayha, el día que compramos el juego de tazas de porcelana, el armario que cambiamos por uno más grande ya que era compartido y no era suficiente el espacio para toda la ropa. Aunque suene pequeño son libros, no muy notables, pero lo son, están ahí.
He conseguido todo lo que me he propuesto en toda mi jodida vida y aquí estoy, lo tengo todo, dinero, familia, belleza (modestia aparte) pero estoy vacía. ¿Que pasó con la Renée fiel a sus promesas? Esa que nunca traicionaría ni faltaría a su palabra, la hiciste cambiar en dos días.

Resulta que tengo la pequeña teoría de que todos somos aves fénix. Con cada paso, nos destruimos, caemos y volveremos a levantarnos más adelante.
Renacemos en fuego después de las cenizas, y es así de correcto, así de perfecto, en versiones diferentes.

«Has vuelto Renée Sthibensson Carter»

Acomodo todo junto a mamá y mi hermana. En una caja de cartón están todos los archivos, mi número de placa, mi expediente, mis logros, mi vida entera en una caja.
Nadie advirtió que la vida empezaría a ser tan jodida desde que cumplí los 12.

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Suena la alarma, y no se porque volví al bucle de repetir la misma rutina. Me doy una ducha, que dura más de lo normal. El agua caliente se esparce en mi cuerpo como lava y una fuerza extraña me hace no querer salir de ahí.

¿Que me ata a ti?

Sabíamos que uno tendría que adaptarse al mundo del otro, y sabíamos que ese uno, sería yo, porque tú nunca sacrificarías tu orgullo.
Descaradamente fingiendo que no lo hacías me enamoraste, y me alegro de nunca haber aceptado que lo hice, pero supongo, que mis ojos nunca pudieron ocultartelo.

Nadie es indispensable, pero tampoco nadie habla de que los casi algo duelen más que terminar una relación de años.
Nunca fuimos estable, y es que nunca fuimos nada, diversión, y la diversión es momentánea.

Abraza mi Oscuridad - Tomo 1 ©[Matices Tóxicos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora