X: Nochebuena

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La cocina estaba repleta de aromas tentadores, era la clásica Nochebuena en mi hogar, pero esta vez, todo se sentía diferente. Ayudaba a mis padres, tratando de mantener la normalidad en medio de la tensión que flotaba en el aire.

Pelaba las patatas, pero mi mente no estaba atenta del todo. La revelación de mi destino había sacudido mi mundo de una manera que todavía no lograba entender del todo.

Mi madre y yo nos movíamos por la cocina en un extraño silencio. La tensión entre nosotras era palpable, y tratar de romper el hielo era como caminar sobre cristales rotos.

Entonces, la puerta se abrió, anunciando la llegada de mi abuela. Su energía y sonrisa eran un bálsamo para el ambiente tenso. Por un instante, parecía que todo volvería a ser como antes, pero sabía que era solo una ilusión temporal.

—¡Feliz Navidad, abuela! —exclamé emocionada, corriendo hacia ella para abrazarla con fuerza.

Mi madre saludó a la abuela con una frialdad que parecía cortar el aire, mi padre, en cambio, se acercó y la abrazó con ternura, como si todo estuviera bien. Mis ojos se clavaron en mi madre con desagrado, incapaz de comprender cómo podía mantener esa actitud distante.

Mi abuela se acercó a mí con sigilo, su voz apenas un susurro mientras me preguntaba

— ¿Tienes el collar?

Asentí en silencio y ambas nos sentamos en la mesa junto a mis padres, listas para comenzar la cena navideña.

El ambiente era tenso y extraño. Era evidente que había pasado mucho tiempo desde la última vez que mi abuela y mi madre se habían visto. La conversación flotaba en el aire como un hilo frágil, amenazando con romperse en cualquier momento.

Después de la cena, recordé que había comprado un pequeño regalo para mi madre, mi padre y mi abuela. Con una sonrisa en la cara, me levanté de la mesa y les dije

—Ahora vengo, tengo una sorpresa para vosotros.

Subí a mi habitación para recoger los regalos y no pude evitar escuchar a mi madre dirigiéndose a mi abuela con un tono hostil.

—Si estás aquí es por Mía, ¿cuándo te vas a dar cuenta de que no eres bienvenida aquí?

—Cariño... Por favor comprende que... —intentó explicar mi abuela .

—No quiero escuchar tus excusas —la interrumpió

Me quedé petrificada al escuchar  a mi madre. Tomé una decisión rápida y decidí bajar las escaleras.

—Mamá—dije con voz temblorosa pero decidida. —¿Qué estás haciendo?

Mi madre se quedó mirándome con expresión incómoda y su respuesta fue vaga.

—Nada hija, solo estaba charlando con tu abuela

—No es cierto — dije con voz firme — sabes que, estoy harta de mentiras

Mi madre me miró con sorpresa.

—Mía, esto no te incumbe—dijo.

—Si mamá, si me incumbe—respondí—. Estoy harta de secretos, harta de que quieras ocultar lo que realmente soy.

Mi madre me miró con incredulidad.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

—Ya sabes a qué me refiero—dije—. A mi don.

Mi madre se quedó callada durante un momento.

—No quiero hablar de eso—dijo alejándose de la situación

Mi padre trató de mediar, pero mi madre lo interrumpió con un grito de furia.

—¡Basta! La única condición de esta cena era que no se hablara de este tema. ¡Se acabó la cena!

—No mamá, esto no ha terminado—dije —. Exijo una explicación, no puedes cambiar lo que soy, ni mi destino.

Mi corazón latía con fuerza mientras sacaba la caja del collar de mi bolsillo. Al ver la mirada perpleja y furiosa en el rostro de mi madre, sentí un nudo en el estómago.

— Mía... ¿qué estás haciendo? ¡No puedes seguir adelante con esto!

Mi abuela, por otro lado, me miraba con orgullo, y eso me daba la fortaleza que necesitaba para seguir adelante

Un incómodo silencio se apoderó de la habitación, mi madre aún estaba furiosa y mi padre parecía temeroso de decir algo que pudiera empeorar las cosas.

Fue en ese momento de tensión cuando mi abuela decidió romper el silencio

— Creo que es mejor que expliquemos esto con calma.

mi madre seguía enfadada y mi padre permanecía en silencio

— No puedo creer que estés siguiendo este camino, Mía. Esto es peligroso y desconocido. — dijo mi madre

La tensión en la habitación era palpable mientras mi abuela se dirigía al salón y tomaba asiento en uno de los cómodos sofás. Instintivamente, la seguí y me senté a su lado, seguida de cerca por mis padres.

El silencio se prolongó por unos instantes, creando un ambiente cargado de incertidumbre.

Finalmente, mi abuela exhaló con cierta frustración antes de comenzar a hablar. Sentí cómo su mano se aferraba a la mía, transmitiendo una sensación de apoyo y protección.

—Veréis— dijo mi abuela con voz serena—me he encargado de entrenar a Mía personalmente. Hemos logrado grandes avances. Mía tiene un don diferente a cualquier otro que haya surgido en nuestra familia...

Antes de poder concluir su explicación, la furia de mi madre estalló

—Ella no tiene por qué ser entrenada, ¡es solo una niña!— exclamó. —¡Y mientras viva aquí, tiene prohibido usar ese don!

El ambiente se volvió aún más tenso, como si las palabras de mi madre hubieran desatado una tormenta emocional en la habitación.

—Mama, sé que es difícil y que tienes miedo, yo también lo tengo, pero no puedo evitar tener esto en mí. —dije con voz temblorosa pero decidida. — La sombra ha vuelto... y cada vez está más cerca. Si no la detenemos, quien sabe qué puede pasar esta vez

Mientras tanto, mi abuela continuó hablando, dirigiéndose a mi madre con un tono lleno de comprensión y nostalgia.

— Teresa... sé que es complicado y que hace años nos alejamos por esto mismo, pero es algo que nuestra familia tiene que afrontar. No podemos ignorar lo que está sucediendo.

Mamá permaneció en silencio mientras observaba cómo yo sacaba el collar de mi bolsillo una vez más. Mi padre, ajeno a la tensión en el salón, estaba en la cocina preparando unos cafés. Tal vez pensaba que el café nos calmaría, ¡quién sabe!

El collar parecía brillar más que nunca, incluso más que las veces anteriores que lo había visto.

—Abuela... nunca lo había visto brillar tanto...

Mi madre, visiblemente sorprendida, exclamó

—Mia, ¿de dónde has sacado eso? Eres muy grosera rebuscando en las cosas de los demás!

En ese momento, mi madre se levantó para arrebatármelo, pero yo la esquivé hábilmente. Al tocar el collar una vez más, pude experimentar otra visión, similar a la que había tenido con aquel misterioso chico la vez anterior.

Todo a mi alrededor se volvió borroso, y esta vez solo veía oscuridad. De repente, unas manos aparecieron, pero no lograba distinguirlas claramente. Estaba en un pequeño parque, tumbada en el césped. Miré a mi alrededor y... ¡era ese chico otra vez! ¿Cómo podía ser posible?
Intenté acercarme un poco más para poder observar qué tenía en las manos, pero aún no podía ver con claridad su rostro. Sin embargo, lo que sí pude ver fue... ¡la hoja de papel que faltaba en el libro de los símbolos de la biblioteca! Él la había arrancado, pero... ¿por qué? Nada tenía sentido.

De repente, volví en sí y me encontré una vez más en el salón de mi casa. El collar yacía en el suelo otra vez, mientras yo miraba al vacío. Mis familiares me observaban, igual de perplejos que yo.

Guardianes de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora