XXX: Pesares

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Mientras avanzábamos entre imponentes rocas, el terreno se volvía más complicado, con un suelo cada vez más inestable. Mis ansias de poner fin a esta pesadilla crecían, mientras que Ethan parecía mantener una serenidad aparente.

— La próxima vez que la sombra aparezca, ¿por qué no intentas encerrarla con esos pinchos? — sugirió Ethan con una mirada reflexiva.

— Creo que es una buena idea. En ese momento, podrías abrir el frasco — afirmé.

Continuamos avanzando, afinando los detalles de nuestro plan mientras nos acercábamos al oscuro lugar donde nos encontramos con la sombra por última vez.

Atravesamos un pequeño puente cuando, de repente, el suelo comenzó a temblar nuevamente. Las piedras a nuestro alrededor se desprendían, obligándonos a correr y esquivarlas. Una vez cruzado el puente, observamos cómo se derrumbaba tras nosotros, generando angustia por la cercanía del peligro.

— ¿Estás bien? — preguntó Ethan una vez que la tormenta había cesado.

— Sí, sí. ¡Podría haber caído encima de nosotros! — respondí con una mezcla de alivio y preocupación.

— Avancemos — dijo Ethan, sin pronunciar más palabras.

Continuamos unos pocos pasos más cuando, de la nada, fui lanzada hacia una pared con fuerza, cayendo al suelo con un fuerte golpe en el abdomen.

En ese instante, una malévola risa resonó a nuestro alrededor. Me levanté dolorida, observando cómo Ethan, alerta, buscaba la procedencia de esa amenaza.

— ¿Todavía no habeis comprendido que no podreis vencerme? — soltó la voz malévola.

Sin pronunciar una palabra, reuní toda la fuerza que pude y decidí contraatacar. La luz brotó de mis manos, formando una barrera luminosa alrededor de nosotros. Era una defensa temporal, pero esperaba que fuera suficiente para contener a la entidad que se burlaba de nuestra resistencia.

La oscuridad, desafiante, intentaba romper nuestra defensa con cada ráfaga, Ethan, se movía con agilidad, generando duplicados ilusorios de sí mismo que confundían a las criaturas.

La sombra, consciente de la amenaza, desató tentáculos oscuros que se retorcían en nuestra dirección. En respuesta, generé destellos luminosos que cortaban el aire, buscando desviar los tentáculos antes de que pudieran alcanzarnos.

En medio del caos, esa cosa materializó criaturas más oscuras y retorcidas que antes. Bestias sombrías con ojos centelleantes y garras afiladas avanzaban hacia nosotros. Nuestra barrera luminosa titubeó por un momento, pero nos aferramos a nuestra determinación.

La batalla aún no había llegado a su fin. La sombra, aunque debilitada, no se rendía. Desde el centro del resplandor, lanzó un último susurro, creando ondas de oscuridad,

Mi cuerpo temblaba por la fatiga, cada músculo gritaba por descanso, pero la sombra no daba tregua. Mis palabras desesperadas resonaban en la penumbra mientras luchaba por mantenerme en pie.

— ¡Ethan! ¡No aguantaré mucho más!

La sombra, alimentada por mi debilidad, redobló su ferocidad. En un instante, su mirada se apartó de mí y se centró en Ethan. Mi corazón latió con fuerza. Un golpe devastador hizo que Ethan se desplomara a una distancia considerable.

— ¡NO! —grité con desesperación, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de cada fibra de mi ser.

La sombra se deleitaba en su triunfo, pero en ese momento, algo dentro de mí se encendió. Sacando fuerzas de la desesperación, canalicé toda mi concentración y lancé una esfera de fuego hacia la sombra.

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