XXI: Luces

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En los últimos días, Ethan se sumó a nuestras sesiones de entrenamiento. Sin embargo, las preocupaciones por las experiencias de Marta con la sombra persistían en mi mente.

Antes de regresar a casa de mis padres en Nochevieja, decidí encontrarme con Marta para hablar sobre sus sueños inquietantes. La sombra se acercaba peligrosamente a quienes me importaban, y no podía permitirlo.
Quedamos en casa de mi abuela, pensando que un entorno familiar nos ayudaría a hablar con más tranquilidad.

Una hora después, Marta ya estaba allí. Intenté aparentar calma, aunque en mi interior la preocupación crecía. Sabía que en algún momento tendría que confesarle sobre mi don, pero no estaba segura de cómo tomaría la noticia de que su mejor amiga estaba vinculada a eventos sobrenaturales.

Marta y yo nos sentamos a comer, compartiendo risas y cotilleos del instituto . Después de un rato, reuní el valor para tocar el tema que realmente me inquietaba.

— Marta, ¿y el sueño del que me hablaste? ¿Qué ocurría en él? —pregunté, tratando de sonar casual.

Marta desvió la mirada, como si quisiera evitar el tema.

— Oh, no tiene importancia. Fue solo una simple pesadilla —dijo, intentando restarle importancia.

No podía conformarme con esa respuesta. Algo en su expresión delataba que no era tan insignificante como quería aparentar.

— Pero háblame un poco, ¿qué pasaba en ella?

Marta me miró con extrañeza antes de ceder y empezar a compartir detalles.

— Bueno, está bien. Era una pesadilla bastante realista, para serte sincera. Una sombra gigantesca que parecía a punto de atraparme y tragarme entera.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Esto iba más allá de una simple pesadilla. Marta aún no sabía que la sombra era real, y por el momento, decidí que era mejor que siguiera así. No quería preocuparla innecesariamente.

— pff, en el momento sí me asusté, pero todos tenemos pesadillas, ¿o acaso sigues creyendo en esas cosas? —rió Marta.

Seguí su juego y me reí junto a ella.

— No es eso, solo que ya sabes que me gusta saber todos los detalles —forzé una sonrisa.

— Hablando de detalles... ¿cómo va tu vida amorosa con ese misterioso amante del que no me quieres contar nada? —noté cómo Marta ponía su típica sonrisa traviesa.

Fruncí el ceño.

— Ya te dije que no tengo ningún amante —dije en un tono molesto—. Simplemente he hecho nuevos amigos, eso es todo.
Marta me fulminaba con la mirada, claramente sin creerme.

— Bueno, y ese amigo tuyo, ¿dónde lo conociste?

Me puse colorada. No sabía cómo contarle cómo Ethan y yo nos conocimos, ya que no fue un caso común, así que opté por inventarme cualquier tontería de la cual probablemente me arrepentiría.
Compartimos un rato más juntas, y después de un tiempo, se fue a su casa. Aún me quedaban un par de horas antes de regresar a casa, así que aproveché para recoger algunas de mis pertenencias. Había traído bastante ropa a casa de mi abuela.

Como me quedaba un ratito antes de marcharme, así que decidí bajar a acompañar a mi abuela en sus tareas.

Aunque estaba nerviosa por el encuentro con mi madre, el hecho de dejar a mi abuela me entristecía. Me sentía tan feliz a su lado que marcharme era como abandonar un refugio seguro.

Baje y me encontré a mi abuela en el patio, leyendo un libro mientras se envolvía en una manta

— Abuela, ¿qué haces aquí? ¡Hace mucho frío! —comenté preocupada.

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