XXXIV: Union en la oscuridad

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Nos desplazamos hacia un lateral, con la esperanza de descubrir una entrada secreta que nos permitiera acceder sin alertar a la sombra que acechaba en el interior. Sin embargo, cada rincón se revelaba tan impenetrable como el anterior, y la entrada principal seguía siendo la única opción visible, aunque también la más arriesgada.

La sombra permanecía resguardada en su oscuro refugio, como si guardara celosamente algo de gran valor en aquel recinto. Nos intrigaba el motivo detrás de su apego a ese lugar en particular, pero la falta de alternativas nos llevaba a considerar el regreso por la entrada principal, a pesar del peligro evidente.

— No podemos entrar por ahí, es muy peligroso — expresé .

Ethan, con la mirada fija en la entrada, se sumió en sus pensamientos. Su atención estaba dividida entre idear un plan y vigilar que la sombra no saliera inesperadamente.

— Tendremos que hacer que salga — propuso

— Si sale, irá directa hacia nosotros — señalé, preocupada por las posibles consecuencias.

— No, si no sabe dónde estamos — respondió

Un silencio tenso nos envolvió mientras nos sumíamos en la seriedad de la situación. Con determinación, decidimos ejecutar el plan que nos daría una oportunidad de obtener la piedra sin enfrentarnos directamente a la sombra.

Ethan, utilizando sus habilidades, creó una ilusión de sí mismo en la lejanía del santuario. La figura de Ethan simulaba gritos y provocaciones, destinados a enfurecer a la sombra y atraerla hacia la falsa amenaza.

Inicialmente, el plan parecía fallar, y la sombra no cedía ante la provocación. Sin embargo, después de un rato, el suelo comenzó a temblar, indicando que la sombra había caído en nuestra artimaña.

Con su característico caminar lento, la sombra emergió del santuario, persiguiendo la ilusión de Ethan.

— ¡Estúpido mocoso, tendré vuestro don! ¡Soy parte de vosotros! — rugió , revelando su furia.

Aprovechando la distracción, Ethan y yo nos apresuramos hacia la puerta, adentrándonos nuevamente en el santuario. La ilusión de Ethan continuaría luchando contra la sombra, dándonos el tiempo necesario para buscar la piedra.

Corrimos a toda velocidad hacia el lugar donde la piedra reposaba anteriormente, pero una sorpresa desagradable nos aguardaba.

— ¡Ethan! ¡No está! ¿Qué hacemos? — exclamé, sintiendo la desesperación apoderándose de mí.

Ethan, con gesto desesperado, se llevó las manos a la cabeza. Sin detenernos, exploramos las demás salas en busca de la piedra y las fotografías, pero no había rastro. Solo quedaba el fragmento del diario que guardaba en mis bolsillos

Nuestra búsqueda se volvía cada vez más frenética, el tiempo jugaba en nuestra contra y la desesperación amenazaba con nublar nuestro juicio.

Fue en ese instante, mientras mis ojos barrían el santuario en busca de la piedra, que la luz tenue de la joya destelló en lo alto de una de las estatuas de la plaza.

— ¡Mira, Ethan, allí! —exclamé señalando hacia la elevación.

Ethan siguió mi mirada y rapidamente me lancé hacia la joya, intentando escalar la estatua colosal. Sin embargo, su llamado de advertencia resonó en el aire.

— Mia, creo que es mejor que bajes —dijo.

Sin comprender, volví la mirada y presencié cuatro criaturas acercándose a Ethan con gruñidos amenazantes mientras él retrocedía.

Sin perder tiempo, desde mi posición elevada, lancé varias bolas de fuego que derrotaron a dos de las criaturas. Pero las restantes, lejos de intimidarse, enfurecieron. Estas extrañas criaturas, con patas gigantes y dientes afilados, representaban una amenaza real.

La lucha fue intensa, lanzamos golpes y esquivamos sus ataques, sufriendo arañazos y heridas en el proceso.

Finalmente, logramos vencer a las criaturas, pero el precio fue evidente en nuestras heridas. Me puse en pie con dificultad, sintiendo el dolor agudo de la batalla.

— Bueno, estamos bien, creo —dijo Ethan entre suspiros.

— Sí, pero hay que acabar ya con esto —respondí, volviendo mi atención a la piedra que yacía en lo alto.

Sin embargo, el tiempo se agotaba rápidamente. La sombra, deteniéndose frente a nosotros, interrumpió nuestros pensamientos con una risa burlona.

— Ja, ja, ja, ¿me creéis lo suficientemente imbécil? —se mofó.

— Adrian, ¿por qué no vuelves a ser quien eras? No conseguirás nuestro don por más que lo intentes —instó Ethan.

— No soy Adrian, ese estúpido niño murió cuando decidió jugar conmigo.

— ¡Era solo un niño! —le grité

La sombra, sin inmutarse, se acercó decidida mientras retrocedíamos, rozando con sus dedos mi collar. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al ver cómo la joya se deslizaba entre sus dedos, por lo que se la arrebaté enfurecida.

— No te preocupes, será mío, pero primero divirtámonos —añadió con una risa

Retrocedió, desatando una ominosa nube negra que se cernía hacia nosotros. Instintivamente, Ethan y yo levantamos los brazos para protegernos de aquel asalto oscuro, pero la certeza de que no resistiríamos mucho tiempo nos invadía.

— ¿Qué hacemos? — exclamó Ethan, su voz cargada de urgencia y temor.

Le dirigí una mirada de confusión, sin un plan claro, además, mi mente no ofrecía soluciones. En medio de la densa niebla, pude distinguir un conjunto de figuras extrañas que avanzaban hacia nosotros.

— ¡Ethan! Ten cuidado, por favor —exclamé, observando con atención lo que se avecinaba.

Una multitud de esas criaturas se precipitaba hacia nosotros, lo que significaba que tendríamos que dar lo mejor para salir indemnes de esa amenaza.

Avanzamos con determinación, adoptando poses defensivas para enfrentarnos a esas criaturas con toda nuestra fuerza. Nuestro objetivo era claro, salir con vida de aquel enfrentamiento.

La batalla no resultaba sencilla, algunas de esas criaturas ya nos habían herido con sus afiladas garras, y sentíamos cómo la fatiga se apoderaba de nosotros con cada movimiento.

El golpe resonó en el aire, y mi corazón se apretó al ver a Ethan derribado por la fuerza del ataque.

Sin tiempo para la indecisión, redirigí mi atención hacia las criaturas que continuaban su asedio. Aunque mi instinto me empujaba a correr hacia Ethan, la realidad era que debía mantenerme en pie para protegernos a ambos. La risa siniestra de la sombra resonaba en el fondo, añadiendo un tono macabro al caos que nos envolvía.

Mis movimientos se volvieron más frenéticos, cada paso calculado para mantener a raya a las criaturas que amenazaban con rodearme. La luz de mi collar destellaba con intensidad, arrojando destellos fugaces que repelían momentáneamente a las sombras. Sin embargo, cada avance de las criaturas parecía más coordinado, más despiadado.

Ethan, aún en el suelo, luchaba por ponerse en pie. Su expresión reflejaba determinación mezclada con el dolor que recorría su cuerpo. En medio de la refriega, nuestros ojos se encontraron, comunicando un entendimiento silencioso.

Con un gesto decidido, me lancé hacia las criaturas, repeliéndolas con la luz de mi collar y abriendo un sendero para acercarme a Ethan.

— ¡Ethan, necesitamos resistir un poco más! —grité

Ethan, con esfuerzo, se puso en pie, apoyándose en su don para mantener a raya a las criaturas . La lucha se volvía más intensa, más desesperada, pero la necesidad de sobrevivir nos impulsaba a seguir.

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