XXIV: Perdida

110 81 2
                                    

Aún quedaban muchas cosas por poner al día, especialmente entre mi abuela y Alexander. Después de que él recuperara más o menos la conciencia, se evidenciaba que necesitaba apoyo emocional

Con los padres de Ethan aún ausentes y el tiempo a nuestro favor, decidimos aprovechar la oportunidad para hablar sobre las situaciones pendientes.

Pasado un rato, Marta tuvo que marcharse. Sus padres la reclamaban, así que nos quedamos los cuatro en la acogedora sala, rodeados por un ambiente que parecía contener tanto preguntas sin respuesta como emociones reprimidas.

Nos sentamos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Era una situación peculiar que generaba una incomodidad palpable en el aire. Ethan, a mi lado, parecía inquieto, y sus ojos buscaban respuestas en el espacio.
Decidí romper el hielo con una pregunta que llevaba rondando mi mente.

— Abuela, adentro... le dijiste a Alexander que era su nieta, pero... ¿cómo es eso posible

La mirada de mi abuela se posó en mí, y tras un breve suspiro, comenzó a relatarnos la historia

— Cuando la sombra se llevó a Alexander por primera vez, yo estaba embarazada.

La revelación cayó como un balde de agua fría. Alexander, quien estaba tomando un sorbo de agua en ese momento, reaccionó de manera tan abrupta que escupió el líquido, quedándose paralizado ante la sorpresa.

— Eso quiere decir que tengo una hija... — murmuró Alexander

—Así es, pero nunca pude decírtelo, me enteré de ello cuando desapareciste. — Mi abuela limpió una lágrima, y Alexander la abrazó con fuerza, como si quisiera consolarla

— Después de aquello... perdí la memoria, no me acordaba de nada sobre mi vida antes, esa maldita cosa... — Alexander dejó la frase en el aire, como si la sombra que lo había atormentado también hubiera arrebatado parte de su propia historia.

— Y entonces, ¿te volviste a casar después de eso? Si no, ¿ Ethan? —pregunté, intentando entender el complicado entramado de esta historia.

— No exactamente, no llegué a casarme. La abuela de Ethan murió en el parto, dando a luz a su padre. — Explico Alexander

Mientras mi abuela y Alexander continuaban compartiendo sus vivencias, mi mente se debatía entre asimilar toda la información.
Después de un breve momento, Ethan y yo expresamos al unísono lo que estábamos pensando.

— Entonces... ¿somos primos? —nos miramos mutuamente con sorpresa, como si la revelación hubiera traído consigo una conexión inesperada.

— Pero no biológicamente, solo comparten un porcentaje muy pequeño de la sangre de Alexander —aclaró mi abuela, lo cual no me hacia sentir demasiado tranquila

Ethan y yo todavía estábamos asimilando la magnitud de lo sucedido, así que decidimos dejar a los abuelos a solas y dar un paseo para aclarar nuestras mentes.
Salimos de la casa en un silencio compartido, ambos sumidos en pensamientos.

— Mia, realmente estoy agradecido por lo que hiciste por mi abuelo.

— No me des las gracias, es todo por la familia. — Dejé escapar una risa nerviosa, aún no sabía cómo procesar que Ethan y yo éramos primos, lejanos pero primos.

Ethan también rió, reconociendo la extrañeza de la situación.

Caminamos en silencio hasta llegar a una amplia explanada de césped donde decidimos sentarnos.

— Ahora que tu abuelo está despierto, debemos ser conscientes de que es hora de enfrentar la sombra de verdad... — Le dije a Ethan, mostrando mi preocupación.

Guardianes de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora