XVII: Sinfonia de secretos

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—Ethan, ¿no crees que sería mejor que huyéramos de aquí? —le pregunté con un dejo de temor en mi voz.

Él asintió, y ambos nos montamos en la bicicleta. Ethan, en un gesto protector, se colocó de espaldas, aferrándose a un pequeño hierro de la bicicleta para resguardar nuestras espaldas. Pedaleábamos sin un destino claro, la ansiedad aumentaba con cada vuelta de rueda, conscientes de que la sombra acechaba.

—Mia, me temo que...

Antes de que Ethan pudiera terminar, un estruendo atronador resonó en el aire, interrumpiendo sus palabras. Yo seguía pedaleando, impulsada por la urgencia de alejarnos. De repente, una voz grave se alzó en la oscuridad como un eco maligno.

—Vaya, vaya... Parece que las dos familias se han vuelto a encontrar ...

Detuve la bicicleta en seco, casi tirando a Ethan de ella.

—¿Qué sabes tú de nuestras familias? —le espeté desde la bicicleta, con un tono desafiante y nervioso.

La figura oscura emergió lentamente de las sombras, revelándose como una presencia siniestra en la penumbra. Avanzó lentamente hacia nosotros, aunque sus rasgos permanecían en la penumbra, su presencia emitía una energía malévola que hacía que la temperatura ambiental descendiera.

—Oh, pequeña Mia, no sabes cuánto he esperado este encuentro. Tú y Ethan, representantes de los dos linajes que alguna vez juraron proteger este pueblo de mi.

—¿Quién eres y qué quieres de nosotros? —inquirió Ethan, adoptando una postura defensiva.

La figura dejó escapar una risa gutural y, finalmente, se reveló parcialmente. Un rostro sombrío y retorcido se esbozó en la oscuridad, sus ojos brillaban con una luz maligna.

—Me llaman la Sombra, pero eso es lo de menos. Lo importante es que las dos familias se han reunido de nuevo, como predijeron las antiguas escrituras. La magia de sus dones me permitirá regresar con más fuerza y reclamar lo que es mío.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras absorbía las palabras de la Sombra. ¿Cómo podíamos detener algo tan antiguo y malévolo? Busqué en los ojos de Ethan una respuesta, pero él también estaba desconcertado.

—No permitiremos que hagas daño a este pueblo ni a nuestras familias —declaré con determinación, aunque sentía un nudo de miedo en el estómago.

La Sombra soltó una risa oscura y extendió sus manos, desencadenando sombras que se retorcían a su alrededor.

En ese tenso momento, Ethan adoptó una postura desafiante que me dejó sorprendida. Sus manos comenzaron a brillar con una intensidad que iluminaba la oscuridad, y su mirada estaba fija en la sombra que se aproximaba. Era evidente que estaba alerta y listo para enfrentar cualquier amenaza.
Mis ojos se movían frenéticamente de un lado a otro mientras intentaba discernir la procedencia de la sombra que se acercaba sigilosamente hacia mí.

—¡Mia, cuidado! —exclamó Ethan, y en ese instante, la sombra se lanzó hacia mí con una velocidad aterradora.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí la presión de la oscuridad envolviéndome. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, la luz de las manos de Ethan parpadeó con una intensidad deslumbrante. Un destello cegador se expandió desde sus manos, disipando la sombra y liberándome de su gélido abrazo.

La figura oscura retrocedió momentáneamente, derrotada por la potencia de la luz. Ethan, con sus manos aún iluminadas, se mantenía firme, como un faro en medio de la oscuridad. La Sombra rugía en frustración, pero la luz de Ethan parecía actuar como un escudo contra su malévola influencia.

La sombra, ahora desenfrenada, se lanzó hacia nosotros nuevamente con una malicia palpable. Pero, en un acto instintivo, cerré los ojos con fuerza, invocando una resistencia que nacía de lo más profundo de mi ser. Fue entonces cuando el collar, el símbolo de la conexión entre nuestras familias, respondió con una explosión de luz que creó un breve santuario alrededor de nosotros.

Fue entonces que la malvada sombra retrocedió como si la magia ancestral hubiera tejido un escudo protector. Mi asombro se mezcló con el palpable nerviosismo que flotaba en el aire. Ethan también observaba con incredulidad.

La sombra se desvaneció en un torbellino de ruidos indescriptiblemente dolorosos para el oído humano. Ethan y yo, atónitos ante la repentina y desconcertante desaparición, compartimos una mirada de perplejidad que resonaba con el eco de lo inexplicable.

Sin pronunciar una palabra, decidimos actuar por instinto. Nos subimos rápidamente a la misma bicicleta, compartiendo un mutuo entendimiento de que no había tiempo para explicaciones.

Llegamos a la casa de mi abuela en un suspiro, deteniéndonos frente a la puerta con la respiración agitada. Nos miramos nuevamente, como buscando respuestas en los ojos del otro. La experiencia compartida, aunque fugaz, había dejado una marca indeleble en nuestra percepción de la realidad.

Ethan, aún con la mirada reflejando la perplejidad del reciente encuentro con la sombra, exhaló profundamente.

—No tengo idea de lo que está ocurriendo, Mia, pero estoy harto de esa estúpida sombra. Debemos hacer algo al respecto.

Su determinación resonó en sus palabras, y mientras miraba el cielo estrellado, parecía estar calculando el próximo movimiento. Me sentí agradecida por tener a alguien dispuesto a enfrentar lo desconocido junto a mí.

Sin embargo, la timidez se apoderó de mí, y con cierta reserva, le sugerí a Ethan entrar en la casa de mi abuela

—Ethan... ¿quieres entrar?  creo que necesitamos más información antes de enfrentarnos a eso de nuevo.

La sugerencia de entrar a casa generó una reacción inesperada en Ethan. Noté cómo sus mejillas adquirieron un ligero tono rojizo, y sus ojos mostraban un destello de timidez. Parecía titubear antes de responder.

—Bueno, sí, podría ser una buena idea, digo... si no es mucha molestia.

percibiendo su ligera incomodidad, rápidamente aclaré la situación.

—No te preocupes, solo será por un rato. Mi abuela está profundamente dormida, y en cuanto comience a amanecer, te podras ir. Creo que volver a casa con esta oscuridad no resulta buena idea...

Entramos en la casa con cautela, y Ethan dirigió sus pasos directamente hacia mi habitación. Al llegar, noté que sus ojos se posaron en la decoración de la habitación.

— Vaya... no sabía que te gustaba el rock —comentó Ethan con una sonrisa.

Me sonrojé levemente, respondiendo con una risa nerviosa.

— Ah, sí... herencia de mi padre, supongo.

Mientras Ethan examinaba la habitación, decidí encender la pequeña lámpara de la mesilla con precaución, evitando hacer ruido. La luz reveló unos bocetos sobre mi mesa, capturando la atención de Ethan.

— Parece que aún no te conozco del todo —mencionó, examinando los trazos en papel.

Mientras él curioseaba los bocetos, saqué mi cuaderno y el antiguo diario de la mochila.  Acomodándome en la cama, miré a Ethan y sugerí con entusiasmo

— Bueno, dejando de lado un poco la decoración de mi habitación, ¿qué te parece si intentamos averiguar qué más poderes poseemos?

Guardianes de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora