XIV: Conexiones Entrelazadas

127 98 3
                                    

Me encontraba en el mismo lugar donde habíamos quedado, esperando a Ethan con una paciencia que podría rivalizar con la de un niño en una tienda de dulces.

No podía evitar sentir curiosidad por saber en qué mundo paralelo se había metido este chico. Mi cara de enfado estaba empezando a hacerse notar, aunque de manera bastante sutil, por supuesto.

Mis ojos se desviaban constantemente hacia el reloj en mi muñeca, como si de alguna manera eso pudiera hacer que el tiempo pasara más rápido.

Estaba empezando a preguntarme si Ethan tenía un superpoder especial para desaparecer en el momento menos oportuno.

Ahí venía Ethan, con su aire tan simpático que hasta daba miedo! Lo vi llegar desde lejos y no pude evitar soltar una risa.

—¡Buenas! Veo que la puntualidad no es lo tuyo...— lo saludé con una pizca de ironía.

Él se detuvo frente a mí y su expresión reflejaba disculpa.

—Oh, lo siento— respondió con timidez. —Mi madre me entretuvo y salí tarde de casa.

No pude evitar reírme aún más ante su excusa.

—Claro, tu madre — dije en tono burlón.

Caminamos por el sendero, buscando un lugar seguro donde pudiéramos hablar sin temor a ser escuchados.

Una vez allí, me acerqué  y le pregunté

— ¿al final encontraste la página de la que te hablé?

Ethan asintió y me entregó el pedazo de papel con cautela.

—Sí, la verdad estuve ojeándola durante bastante tiempo, pero aún sigo sin entender el símbolo ni por qué aparecía en mis visiones —respondió con una expresión de confusión en su rostro.

Saqué el collar el cual llevaba alrededor de mi cuello, dejándolo colgar entre mis dedos. 

Ethan, al ver el collar, quedó paralizado. Sus ojos se abrieron de par en par, reflejando el asombro y la incredulidad. Señaló débilmente la joya, como si no pudiera creer lo que estaba presenciando.

—Pe-pe-pero... es el mismo símbolo que el de mis visiones... —balbuceó Ethan, aún procesando la revelación.

—Los dos tenemos algo que le interesa al otro, tu la página y yo... el collar —le dije, mostrándole el objeto con significado especial.

Ethan seguía con la mirada fija en el collar, como si estuviera tratando de encontrar respuestas en él.

—Pero... Mia, eso significa que teníamos que encontrarnos —murmuró Ethan mientras se levantaba—. Por algún motivo nos encontramos los dos en el mismo bosque cuando la sombra apareció...

Asentí en silencio, tratando de asimilar la profundidad de lo que estaba sucediendo. Mientras Ethan caminaba de un lado a otro, examiné detenidamente la página arrancada que me había entregado. 

Mi ceño se fruncía involuntariamente. Las palabras y símbolos se entrelazaban, y mi frustración aumentaba con cada intento fallido de descifrar su significado. Ethan, notando mi expresión, dejó de pasear y se detuvo frente a mí.

—Mia, ¿por qué pones cara de enfadada?

—No sé... es el símbolo. Habla de dos familias, y luego hay algo en otro idioma, pero no tengo ni idea de qué puñetas pone... aaggg —respondí frustrada.

Ethan se acercó a mi lado.

—Ah sí, llevo días intentando averiguar qué idioma es. He estado en varias bibliotecas, pero no consigo nada.

—Hmm... tal vez mi abuela sepa algo al respecto.

Saqué una foto de la página con mi teléfono y le devolví a Ethan el trozo de papel. Permanecimos en silencio, perdidos en nuestros propios pensamientos, hasta que Ethan, avergonzado, rompió el hielo.

—Mia, sobre lo que viste el otro día... te agradecería que no le contaras a nadie lo de mis manos. Mi familia es muy discreta con ese tema. Hasta el momento, nadie sabe sobre eso.

Me sonrojé, sin entender por qué.

—Oh, oh, no te preocupes, soy una tumba —dije, haciendo el gesto de cerrarme la boca con una cremallera.

Ethan sonrió levemente, agradeciendo mi discreción.

—¿Crees que podrías enseñarme? —solté con cierta cara dura.

Ethan me miró perplejo.

—No creo que sea algo que pueda enseñarse... jajaja.

Sonreí.

—Si tú me enseñas, yo te enseño a controlar tus sueños.

Ethan me miró confundido, sin entender del todo.

—Oh, no me mires así. Yo también poseo un don, pero digamos que es... algo más onírico —le expliqué.

—¿Oh, en serio? ¿No me estarás gastando una broma? —preguntó Ethan sorprendido.

Me eché a reír, asegurándole que no, que no era ninguna broma.

—En verdad, mi familia también viene de un largo linaje de dones oníricos, y también somos bastante discretos con el tema.

Ethan parecía tan tierno; era alguien en quien poder confiar. Me sentía cómoda a su lado, como si él comprendiera incluso mejor que Marta lo que me ocurría. Después de todo, éramos dos raritos con dones incomprendidos.

—¿Crees que tu abuela pueda ayudarnos con el tema del idioma? —preguntó Ethan.

—Pues sinceramente... no sé. Siempre he pensado que mi abuela era como mi mejor amiga, pero últimamente está rara, con la sombra y todo lo que está ocurriendo. No es la misma conmigo —respondí.

Ethan hizo un gesto de comprensión.

—La verdad, no está siendo fácil. En mi casa también vivimos con miedo. Esa... cosa, por llamarla de alguna manera, lleva atormentándonos meses, y cada vez es peor. Está incluso en mis pesadillas.

Lo miré con comprensión.

—Entiendo...

Un breve silencio cayó, y repentinamente, mi teléfono comenzó a sonar. ¡Era Marta! Por fin me había respondido a los mensajes.

De repente, una emoción intensa recorrió mi cuerpo. Anhelaba ver a Marta y finalmente tener noticias suyas, pero, al mismo tiempo, me sentía extrañamente cómoda aquí con Ethan. Guardé el teléfono en mi bolsillo, sintiendo que, en este momento, tenía otras prioridades. La sensación de que las cosas empeoraban y el peligro acechaba, estuviéramos donde estuviéramos, se apoderó de mí. Decidí centrarme en la conversación con Ethan, sabiendo que necesitábamos entender más sobre nuestros dones y lo que estaba ocurriendo en nuestros pueblos.

Guardianes de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora