Una vez abrí la puerta, mis ojos se deslizaron por el entorno, tomando cada detalle con avidez. La casa, aunque familiar en muchos aspectos, tenía un aire de frescura y novedad que la hacía única. Los muebles parecían recién estrenados, y la decoración, aunque sencilla, irradiaba una calidez reconfortante.
Mis pasos resonaban en el suelo de madera mientras avanzaba por el pasillo, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. ¿Dónde estaría mi abuela? La ansiedad se apoderó de mí mientras escudriñaba cada rincón en busca de su presencia.
Al asomarme al pequeño jardín trasero, un crujido repentino hizo que me volviera rápidamente, y allí estaba ella, mi abuela, de pie frente a mí con una sonrisa amorosa en su rostro. Mis ojos se llenaron de lágrimas y, sin pensarlo dos veces, me lancé hacia ella en un abrazo desesperado.
– Mia, cariño –dijo con voz suave–. Estoy tan feliz de verte.
Mis palabras se atascaron en mi garganta mientras luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.
– Abuela, han pasado tantas cosas desde que te fuiste... –murmuré, incapaz de contener el nudo en mi garganta.
Ella me miró con ternura, sus ojos llenos de comprensión y amor.
– Lo sé, querida. Has enfrentado desafíos increíbles, pero has demostrado una valentía que me llena de orgullo.
Una sonrisa temblorosa se formó en mis labios mientras asentía
– Todos te extrañamos mucho. Nada es lo mismo sin ti. Incluso me he mudado a tu casa –confesé, deseando compartir cada detalle de mi vida con ella.
Mi abuela rió con suavidad, sus ojos brillando con una mezcla de complicidad y cariño.
– Oh, querida, lo sé todo. Incluso lo de Ethan y tú... ¿Porque eres tan dura con el pobre muchacho?
Un rubor intenso tiñó mis mejillas mientras me preguntaba cómo mi abuela podía saber de mis asuntos personales. ¿Acaso había estado observando desde algún lugar?
– Abuela, ¿cómo... cómo sabes todas estas cosas? –pregunté
Ella me lanzó una mirada traviesa antes de responder con una sonrisa misteriosa.
– He tenido un poco de ayuda –dijo enigmáticamente
En ese momento, mis ojos se posaron en la entrada del jardín, donde un hermoso gato se deslizaba con gracia hacia nosotras. Mi corazón dio un vuelco cuando reconocí al mismo gato que había aparecido en mi habitación esa noche.
¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo podía ser posible que el gato estuviera aquí, en este lugar desconocido, junto a mi abuela?
El gato me observaba con ojos serenos, como si comprendiera cada una de mis palabras y el torrente de emociones que fluía en mi interior.– Otra vez tú... –musité, acariciando su suave pelaje– No entiendo cómo es posible que estés aquí.
– Los gatos, querida Mia, tienen un profundo vínculo con el mundo de los sueños. Son guardianes de los sueños, protectores de los viajeros astrales y guías en el camino hacia el reino de los sueños. Este pequeño amigo ha estado merodeándote, siempre que esté cerca de ti, sabrás que estoy contigo.
¿Los gatos como guardianes de los sueños? La idea era fascinante y, de alguna manera, reconfortante. Sentí un nudo en la garganta mientras procesaba la idea de que mi abuela estaba, de alguna manera, presente a través de este pequeño ser peludo.
Las lágrimas amenazaron con empañar mis ojos, pero las aparté rápidamente
– ¿Podré venir a verte siempre que quiera? –pregunté con esperanza
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Guardianes de los sueños
FantasyUna misteriosa novela que sigue a Mía, una adolescente con un poderoso don onírico heredado. Cuando una antigua oscuridad amenaza con despertar, Mía se embarca en una búsqueda para desentrañar su legado familiar y detener la sombra que la persigue e...