• Veintiséis •

1.1K 76 1
                                    

Aunque mi hijo es bastante pesado, decidí cargarlo en mis brazos mientras nos dirigimos a la recepción donde se encuentran todos. A excepción de la señorita Barnier, lo cual me sorprende un poco que no esté presente.

—¿Ya lo sabe?— pregunta mi mejor amiga cuando estoy frente a ellos

—¿Ella es la tía Eli?— pregunta mi hijo en mi oído, yo asiento en respuesta

Al parecer aún recuerda todo.

—Hola, tía Eli— saluda él. Mi mejor amiga se le cristalizan los ojos, extiende sus brazos y toma a mi hijo para abrazarlo

—Te extrañe mucho, pequeñín— murmura mientras lo apretuja en su pecho

La escena me conmueve demasiado. Tengo a uno de mis pequeños a mi lado y no me cansaré hasta tener a los tres conmigo. Juntos.

—¿Estas feliz, mi amor?— pregunta Aleksander al acercarse a mí

—Tengo a uno de mis niños conmigo, como no he de estar feliz— murmuré muy feliz

—Me alegra mucho mi amor.

Se inclinó un poco y besó mis labios, Lo cuál con gusto acepto. Me siento tan feliz ahora mismo.

—Tu no eres mi papá.

La voz de mi hijo provoca que nos separemos rápidamente. No sé si comentario fue una pregunta, afirmación o está recriminado algo. Solo esperó que no se lleven mal, la verdad me sentiría muy triste si llegara a suceder.

Me acerqué a mi hijo aún en los brazos de mi amiga, beso su frente antes de responder

—Te lo iré explicando poco a poco. Ya has tenido muchas sorpresas en un día.

—Está bien, mamá— murmuró comprensible

Amo que me diga mamá.

—¿Podemos ir a comer? muero de hambre— pedí a Aleksander, él asiente.

—Pero, no tendremos inconveniente con la señorita Barnier?

—No te preocupes. He hablado con ella y ha aceptado que te lleve a casa— habla Aleksander

Sonrió agradecida, tomó la mano de mi hijo y sin esperarlos, salgo del lugar con una enorme sonrisa en mis labios.

Pronto nos encontrábamos en el auto, le pedí a Kaemon que se sentara en el asiento de adelante para poder sentarme atrás y abrazar más tiempo a mi pequeño, que él con gusto aceptó.

—Cuéntame un poco de tu vida, cielo— pedí

El se lo piensa un poco antes de hablar.

—Hace tres años me adoptaron una bonita familia. Pero… El año pasado, mis padres murieron en un accidente de tránsito. Yo iba en el auto con ellos y desde entonces empecé a tener lo sueños contigo— me explica

—¿Con quién estás ahora?— pregunté

—Con mi hermana Celeste. Tiene dieciocho años y es quién se ha encargado de mi durante este año. Mamá, ¿ella puede venir con nosotros?—  Su petición me tomó por sorpresa.

—Cielo, yo no…

—Por favor, mamá. Ella ha dejado sus estudios por mí. Tiene dos trabajos y con ello logra pagar las cuentas de casa, que nunca nos falte la cena y sobre todo que no pueda abandonar las clases de Ballet…

Me sentía acorralada. No tenía ni la menor idea de que responder. Y por segunda vez en mi vida, me lamente por no ser una buena madre y saber qué hacer en un caso como este.

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora