• Ocho •

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Siento algo humedecer mi mejilla, pronto va bajando por mi cuello haciendo que despierte completamente. Lo primero que ven mis ojos son el enorme ventanal que da vista a un montón de árboles.

Todos los sucesos del día anterior llegan a mí recordando dónde estoy. Un ligero apretón en mi cuello me hace jadear y apretó mis piernas sin pensar.

—Buenos días, mi diosa— murmuró. Su aliento caliente chocó contra mi haciendo que mi cuerpo se erizará por completo.

—Buenos días— murmuré mirándolo de reojo.

—Lamento haberte despertado, no pude evitar besarte al tenerte tan cerca de mí— se disculpó. Me removí un poco en sus brazos para poder voltear a verlo, pero algo en mi trasero me detuvo en seco.

—Erección matutina— le dije.

—No hay nada mejor que sexo mañanero— murmuró antes de volver a besar mi cuello. Sentí su mano colarse dentro de mi camisa para acariciar mi cintura.

—Mmm, Alek— lo llame en un jadeo.

—¿Si?— pregunto al dirigir sus besos a mi mejillas hasta acercarse a mi boca

—No tendremos sexo— le dije. Él ignoró lo que dije y junto nuestros labios en un hambriento beso. Sentí las caricias de su mano en mi cintura que pronto empezó a subir un poco más hasta mis senos

—Alek— esta vez mi voz sonó más seria y firme.. Aunque deseo esto tanto como él, le dije que iríamos con calma

—Por favor— murmuró con la voz ronca al separarse unos centímetros de mi boca

—Prometiste que empezaríamos desde cero— le recordé. Él se alejó un poco más y bufó

—Yo no prometí nada— se quejó

—Claro que sí.

—Claro que no.

—Alek…

—Catania, mi diosa. Mi polla y yo queremos follarte. Podrías por favor abrir tus preciosas piernas y dejarme darle placer a tu precioso coño— rogó

—Que sutil.

—Mi diosa— suplicó

—Masturbate para que se te calme— le dí la solución al levantarme de la cama

—Y si lo haces por mí?, Tú preciosa boca en mi polla es una buena fantasía

—Alek— reprendí un poco avergonzada.

No soy tan fuerte en este ámbito, posiblemente mandé todo a la mierda y tendremos sexo, ignorando por completo lo de ir con calma.

—Bien. Acompáñame al baño— se puso de pie, tomó mi mano para llevarme con él al baño.

—No tendremos sexo en la ducha— advertí al verlo quitarse la camisa.

—Bien— se encogió de hombros al quitarse la pantaloneta seguido del boxer, quedando completamente desnudo ante mí.

—¿Bien?— pregunté consternada ante su repentino cambio de actitud. 

¿A qué juegas, Aleksander?

—Dijiste: nada de sexo. Bien, no tendremos sexo. Pero eso no evita que quiera que me veas fijamente mientras me masturbó— soltó dejando sorprendida.

Su mano fue directamente a su erección donde lo tomó y procedió a frotarlo con su mano.

Tragué saliva ante lo que está haciendo. De todas las cosas que creí que haría, jamás pensé que se masturbaría frente a mi.

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