• Veinticinco •

1K 86 6
                                    

Me encontraba en estado de shock.

¿De verdad escuché bien, o todo fue producto de mi imaginación?

Veo a las pocas personas del asiento delantero ponerse de pie para salir del lugar. Yo no me movía, sino hasta que ví a Bastián marcharse junto con la señora.

Me tomó un momento tratando de recordar lo que acaba de pasar.

Él me dijo mamá, ¿Verdad?

—Cata— la voz de mi amiga hace que volteé a verla, Aleksander le da paso a mi amiga para que se acerque a mi, toma mis manos y me brinda una tierna sonrisa

—No ha sido una alucinación— asegura.

—¿Nos reconoció, verdad?— murmuré, ella asintió entusiasmada antes de abrazarme.

Las lágrimas caen mientras correspondo a su abrazo. Me siento tan ansiosa. Quiero ir con él y abrazarlo. Tenerlo a mi lado y protegerlo como no pude hacerlo antes.

—Cariño— el suave llamado que me hace Aleksander hace que me separé de mi amiga para verlo —Si salimos ahora podremos verlo antes de que se marche

Sonrió entusiasmada y asiento, Aleksander toma mi mano y pronto los cuatro salimos del teatro hasta el salón principal

Algunos padres esperan a sus hijos con regalos para ellos y así felicitarlos por su buena presentación.

Ahora me siento un poco mal. Debí traer un detalle como felicitacion para mi hijo.

Claro, como si le fuera a recibir regalos a desconocidos.

Poco a poco los niños van saliendo para luego marcharse con sus padres. Los minutos pasan y no se ve rastro de Bastián.

¿Le habrá pasado algo?

Muevo mi pierna con nerviosismo creando un sonido con mi tacón y el suelo. Me siento impaciente. ¿Por qué no sale?

Vemos a la señora que ha hablado en el escenario, quiero preguntarle dónde está mi hijo pero antes Aleksander se me adelanta.

—Señorita Barnier— La llama mi novio. La señora se detiene y Aleksander se acerca a ella.

—Disculpe, ¿Lo conozco?— pregunta con confusión

—No, señorita. Soy Aleksander Aliev, pianista profesional de Alemania— se presenta

¿Aleksander es pianista?

—Oh, un gusto señor Aliev. Es un placer tenerlo en mi teatro. ¿Qué puedo hacer por usted?

—Pues verá, mi esposa y yo hemos quedado cautivados por la presentación final— dice al mirarme, la señora me mira Le brindó una sonrisa a lo que ella me imata. —Si nos lo permite nos gustaría darle las gracias al joven por tan maravillosa presentación.

—Entiendo. Si gustan esperen aquí, miraré si no se ha marchado aún para que les dé la felicitación.

—Aquí estaremos esperando.

La señorita Barnier se marcha y Aleksander se acerca a mí, toma mis manos y les da un beso

—¿Eres pianista profesional?— me fue inevitable preguntar

—¿No lo sabías?— dice Kaemon llamando mi atención, volteé a verlo y negué

—No es muy relevante— murmura mi novio restándole importancia

—Tienes a un pianista a tus pies, Cata. Dile que te toque cada vez que te plazca— dice al alzar y bajar las cejas repetidas veces

Me fue inevitable sonrojarme ya que eso último tenía doble sentido. Escondo mi cabeza en el pecho de mi novio. Me siento acalorada por lo sinvergüenza que es

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora