• Treinta y uno •

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Ella dijo... ¿Marido?

—Lo siento, creo que te has equivocado de oficina— murmuré

—Se perfectamente donde estoy. ¿Quién eres tú y qué haces en está oficina?— el tono de voz que usa me fastidia.

—Mucho gusto, soy Catania, futura esposa de Aleksander Aliev— me presenté al estrechar mi mano derecha donde posaba el anillo que Aleksander me había dado antes de irnos a Colombia. Sonreí triunfante al ver el rostro desencajado de la castaña.

—¿Te pidió matrimonio?— preguntó desconcertada

—Así es— mentí. Bueno, fue casi una propuesta de matrimonio.

—No me digas, estás embarazada y por eso te ha pedido matrimonio— dice con burla

Nojoda, ahora todo el mundo tiene la loca idea de que estoy embarazada.

—Si estoy embarazada o no eso no te incumbe en lo más mínimo. Ahora sí no es mucha molestia te ordenó que te marches.

—¿Quién te crees ahora? Solo por ser la prometida de Aleksander no te hace dueña de esté lugar.

—Tienes razón, no soy la dueña, pero con tan solo dar una orden a cualquier empleado de este edificio lo hará sin queja alguna.

El enojo en el rostro de la chica era más notorio aún. La puerta se abre llamando la atención de las dos, Teresa entra de espaldas cerrando la puerta tras ella a lo que no presencia a la castaña

—Le he traído lo que ha pedido señora Aliev— informa, da media vuelta para verme pero se sorprende al ver a la desconocida —¿Señorita Cassie, qué hace usted aquí?— pregunta confundida

—Desde cuando tengo que pedir permiso para entrar a la oficina de Aleksander— se queja

—Disculpe señorita Cassie, pero si no estaba informada el señor Aliev negó rotundamente su presencia en este lugar.

Veo como los ojos de la tal Cassie se abren con sorpresa

—¡¿Qué has dicho?!— chilla desconcertada

—Hace más de un año dió esa orden.

Suelto una risa burlesca por lo que está sucediendo. ¿Esa chica no tiene dignidad o qué? Cómo puede aparecer en un lugar donde no es bienvenida. Y lo más extraño ¿Por qué le permitieron entrar al edificio?

—Teresa, podría sacar a la señorita de aquí— le pedí

—Cómo ordené señora.

Ella se acerca para poner la botella con agua en el escritorio, luego se acercó a Cassie y le pidió amablemente que la acompañara hasta la salida, cosa que no hizo.

—Yo no me voy a mover de este lugar hasta que Aleksander me lo ordené— grita furiosa

—No tiene necesidad de gritar ni mucho menos formar un escándalo, mi prometido está en una junta muy importante, no me molesta que espere para que le dejé claro la situación. Si se comporta civilizadamente como una persona normal le permito que se quedé hasta que él llegué, sino llamaré a seguridad para que la saquen de aquí y pase vergüenza frente a todos los empleados— mi voz sonó sería y firme.

Ella chilló furiosa pero no se fue, simplemente se sentó en el sofá que se encontraba en la oficina, se cruzó de brazos mientras me miraba como si quisiera matarme.

Suspiré aliviada ya que al menos se calmaria mientras Aleksander llega.

—Mi señora, está segura de dejarla aquí hasta que llegué el señor Aliev— pregunta Teresa como si mi decisión fuera una completa locura

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora