• Diecisiete •

1.3K 92 1
                                    


El enorme letrero con el apellido de la familia fue lo primero que ví, adornaba todo el centro que dividía la reja al abrirse.

—¿Tu padre fue partícipe de la construcción en está casa?— preguntó Aleksander, buscando espacio en el estacionamiento al aire libre de la casa, los cuales estaban casi todos ocupados

—Cuando tenía ocho la remodelaron, mi padre y mi abuelo se hicieron cargo de cada detalle de la casa— respondí. Aleksander, estaciono el auto y lo apagó.

—¿Por qué presiento que me hiciste dar muchas vueltas?— pregunta al ver el auto de Kaemon, estacionado justo a un lado

—Puede que haya postergando ligeramente nuestra llegada— murmuré divertida

Él me miró pícaro

—Siendo así podríamos haber ido a otro lugar para usar sabiamente esos valiosos minutos— murmuró coqueto. Reí divertida, y le dí un beso en sus labios, el cuál profundizó.

Al separarnos me miró con adoración, su próximo movimiento es llevar su mano hasta mis labio y limpiar el borde de esté

—Se te ha quitado todo el labial— me informa para luego darme un corto beso sobre mis labios.

—Olvide mi cartera de maquillaje en casa— dije haciendo un leve puchero el cuál él besó nuevamente.

—Lo supuse. Mira la gaveta— me dice señalando el pequeño cajón que está frente a mi asiento, lo miró un poco extrañada pero hago caso y lo abro.

Mi boca se abre de asombro al ver el gabinete el cual está dividido en tres partes. En uno están sus papeles, como el pase de conducción y otros permisos. En el siguiente hay una caja de primeros auxilios y en el último hay algunas cosas de maquillaje.

Son pocas, pero lo necesario para salvarme de un apuró. Tome algunos productos para asegurarme que marca eran y si la base era de mi tono de piel.

Todo era preciso, la marca, los labiales, la base, todo era lo que yo solía usar.
Giré mi rostro para verlo, él me brindaba una ligera sonrisa mientras yo seguramente lloraría por su detalle.

—Cariño...

—Me es inevitable no besar tus deliciosos labios cada vez que se me apetezca, así que para evitar no morir por correrte o incluso borrarte el labial, me encargué de que este espacio fuera único y especialmente para ti y tu maquillaje— explicó. Aunque la verdad casi no le presté atención, solo quería aventarme sobre él y comérmelo a besos.

Cosa que puedo hacer, pero no en el estacionamiento de la casa de la familia. Seguramente puede venir alguien y vernos en una situación donde nos pueden juzgar, y no quiero que tengan una mala impresión de mí novio

—Es que, no te merezco— murmuré, la voz se me rompió en aquel momento y las lágrimas cayeron.

—No llores mi amor— me habló con ternura mientras limpia las lágrimas que empapaban mis mejillas

—Me es inevitable, tú eres tan increíble y yo simplemente soy...

—Tu eres una mujer maravillosa, inteligente, comprensiva y lo más bonito que hay en mi vida. No te minimices, bonita. Lo que te doy son simples detalles

—Pero significa mucho para mí

—Y que te haga feliz es mi objetivo. No mereces sufrir nunca, amor. Me encargaré de eso— prometió. Beso mis labios cortamente y me brindó una espléndida sonrisa.

—Gracias, cariño.

—Lo hago con todo mi amor, mi diosa.

De mis manos tomó el labial que ya había sacado, lo destapó y procedió a esparcirlo por mis labios.

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora