• Veinticuatro •

1K 77 6
                                    

Vamos en el auto rumbo al aeropuerto, muevo mi pierna de manera imparable porque más pronto de lo que espero, veré a uno de mis pequeños.

Espero y me amén tanto como yo los amo a ellos.

La carretera rumbo al aeropuerto está bastante desolada, la suave música que suena a través de la radio es lo único que llena el silencioso auto, aunque no es incómodo.

Me es inevitable bostezar, son las ocho de la noche y ya me encuentro con sueño. Espero poder dormir durante todo el viaje.

—¿Todo bien, cielo?— me pregunta Aleksander luego de bostezar una vez más

—Tengo un poco de sueño— murmuré un poco adormilada

—No tardaremos en llegar al aeropuerto, aguanta un poco para que puedas descansar bien durante el viaje.

Sonreí leve y asentí.

Mientras llegábamos al aeropuerto pensé en las posibles reacciones que podría tener al ver a Bastián. Admito que, al no ser ese su nombre que les puse al nacer, me agrada el que tiene ahora. Aceptaré con gusto si no quiere cambiarlo cuando vuelva a estar conmigo.

Porque si volverá conmigo, ¿Verdad?.

De repente se me ha quitado el sueño.

¿Y si ellos no quieren estar conmigo?

¿Y si ellos no quieren que sea parte de su vida?

¿Y si ellos no me quieren?

Miles de preguntas me invaden. No puedo descartar los posibles contras que podrían suceder a la hora de verlos.

Siento que comienza a faltarme el aire, trato de respirar calmadamente, pero siento empeorar. El calor invade mi cuerpo, siento que el auto es un lugar muy cerrado y me ahogare por el poco oxígeno que podría entrar

—Para el auto— pedí con la voz entrecortada.

Agradezco mucho que no haya preguntado nada, simplemente orilló el auto hasta estacionarlo. Sin darle tiempo de preguntar, me quite el cinturón de seguridad y baje del auto.

Estando afuera respirando el aire fresco traté de normalizar mi respiración. Inhaló. Exhaló. Inhaló. Exhaló. Inhaló. Exhaló.

Sonrió leve cuando lo conseguí. Mejor aún, lo he hecho solita, sin ayuda de nadie.

¡Eso es Cata, lo estás haciendo bien!

—Cariño

La suave voz de Aleksander tras de mí me hace volver a la realidad. ¿se habrá asustado por mi repentina actitud?

Volteé a verlo. Él me miraba entre preocupado y confundido. No tenía idea de lo que acababa de pasar y le aterra no estar al tanto de algo que lo tome de imprevisto, y más si se trata de mí.

—Lo siento— me disculpé avergonzada —no pude manejarlo y tuve un ataque de pánico— murmuré —aunque el lado bueno de esto es que me he recuperado yo solita— dije emocionada y orgullosa de mi logro

Veo como hace una risa nasal. Pero no de burla, sino como de que está Feliz. Orgulloso de mí.

—Felicidades, cariño— murmura feliz, se acerca a mí para abrazarme —Estoy tan orgulloso de ti— agrega en un suave murmullo.

Mi ojos se ponen aguados por sus palabras.

Estaba orgulloso de mí…

No sabía lo feliz que me pondría unas cortas palabras.

—Me hace muy feliz que estés a mi lado— murmuré

—También me hace feliz que estés a mi lado, mi amor. Te amo.

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora