• Cuarenta y uno •

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Me acomodé plácidamente en los brazos de Aleksander buscando comodidad, y cuando sus brazos me recibieron sonreí complacida.

Abrí los ojos y alcé la mirada para verlo, sus preciosos ojos conectan con los míos brindándome paz, y un buen inicio de día.

—Buenos días— murmuré

—Buenos días mi amor— murmuró inclinándose un poco para besar mis labios el cuál correspondí en un tierno beso

—¿Has dormido bien?— pregunté mientras me acurrucada aún más a su cuerpo

—A tu lado duermo de maravilla mi amor— responde iniciando una gentil caricia en mi muslo

—Entonces soy tu fuente de energía— bromeé.

—Estás en lo correcto, amor. A tu lado me siento tranquilo, libre de todo lo malo del mundo. Y también a los niños. Sus risas y sus travesuras me alegran la vida.

Sonreí tierna por tan bonitas palabras, seguido de mis ojos aguarse

¿Por qué Esteban no pudo ser un poco como Aleksander?

Al menos que no me quiera a mí, pero me conformaría con que le brindará todo su amor a los niños. Fruto de lo que alguna vez fue un amor de verdad. O bueno, eso quiero creer.

—No tienes idea de cómo me habría gustado que Esteban hubiera tenido el más mínimo afecto con los gemelos, como tú lo tienes con ellos. Y me siento tan afortunada de que aparte de amarme a mí; les brindes el mismo amor y cariño a ellos.

Murmure melancólica.

Admito que, a veces está situación invade mis pensamientos con un “por qué”. Mis hijos no han sido seres malos, ni siquiera traviesos. Todo lo contrario, han sido pequeños increíbles, inteligentes y sobre todo no son para nada ruidosos. Desde bebés han sido así, y no termino de comprender qué era lo que le fastidiaba de ellos.

—Sabes que hago esto porque me nace hacerlo. Porque los amo tanto como te amo a ti. Cata, deja el pasado atrás, este ahora es tu presente. Nuestro presente. Juntos en familia.

—Juntos— murmuré sonriendo más para mí que para él

Lo abracé fuertemente, amo estos momentos juntos. Solo con un abrazo o tenerlo cerca me siento tranquila.

Escuchó unos toques en la puerta seguido de las risas de los gemelos, sonrió mientras alzó la mirada para ver a Aleksander. Él sonríe resplandeciente mientras nos acomodamos en la cama para recibirlos.

—Adelante— digo cuando he crudo mis piernas al estilo indio y las cubro con la sábana. El aire acondicionado sigue encendido y mantiene fresca la habitación

La puerta se abre y los gemelos entran entre risas, Ashton corre hasta montarse en la cama mientras Bastián cierra la puerta al entrar.

—¡Mami!— chilla Ashton tirándose sobre mí, pasa sus brazos alrededor de mi cuello para besar mi mejilla y luego pasa a los brazos de Aleksander.

—Buenos días mis niños preciosos— digo cuando Bastián se ha sentado frente a mí luego de darme un beso en la mejilla

—Buenos días mami y papi— saluda Bastián

CataniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora