• Cuarenta y tres •

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Regresar a Colombia me hace sentir un revoltijo en el estómago, una mezcla de furia, nervios y deseo de acabar con todo está mierda invade cada centímetro de mi cuerpo.

Miré los documentos que tengo en mis manos dándole una última ojeada llenándome de toda la información necesaria para mí siguiente movimiento.

Yoshida estaciona frente a la empresa de la familia Mebarak, la han expandido un poco así que se ve más poderosa de lo que es

Bajo del auto cuando Yoshida ha abierto la puerta para mí, a pasos firmes y seguros entro a aquella empresa la cuál una vez anhele algún día poder manejarla y hacerla crecer a niveles inimaginados, quería ser el orgullo de la familia, ser una mujer empoderada y respetada tanto por mi inteligencia como mi eficiencia, simplemente ser aceptada, amada por mi familia. Pero como ya pudieron darse cuenta, no fue así.

—Señora Mebarak, que bonita sorpresa verla por aquí— saluda Antonio, el portero más antiguo del edificio

—Buen día Antonio— saludé amable —La abuela Mebarak se encuentra aquí?— pregunté

—Sí señora, por lo que oí se encuentra en la oficina del señor Quintero— informó dándome un guiño de complicidad

Asentí sonriente, Antonio sabe la clase de persona que es Ana así que no duda en brindarme la información de manera rápida. Me despedí con un leve gesto y caminé en dirección hacia el ascensor, e ir al piso donde se encuentra la oficina de quién una vez considere mi marido.

—¿Desea que entre con usted, mi señora?— pregunta Yoshida

—No. No tardaré. Sin embargo quiero que estés atento ante cualquier situación.

La puertas metálicas se abrieron dando paso al cuarto piso del edificio, a mi izquierda veo a Estefanía, secretaría de Esteban y una de sus tantas amantes

—Señora Mebarak— dice con sorpresa, ignoré por completo sus palabras y caminé en dirección a la oficina, abrí la puerta sin tocar encontrándome con una escena bastante sorpresiva.

Esteban tiene su mano en el cuello de Ana mientras le grita unas palabras que me dejan algo desconcertadas

—He intentado ser paciente contigo pero has sobrepasado los límites, te exijo que me digas dónde mierda están mis hijos!— le gritó él con histeria, me quedo petrificada ante tal escena

—Joder, sueltame— le exije Ana con voz ahogada

—¡DÓNDE ESTÁN!— Le exige nuevamente

—En la ca…caja  fuerte de… mí ha…habitación ahí está la in…formación

—Más te vale que no me estés mintiendo si no olvídate del dinero y ten por seguro que te haré ir a la cárcel por todas tus mierdas— le grita empujándola hacia atrás, Ana se tambalea un poco pero no se cae, en esa oportunidad ambos se percatan de mi presencia, Esteban me mirá con sorpresa y Ana con una mezcla de burla y desagradó

—¡Nieta querida!— saluda con hipocresía

—Catania… tiempo sin verte— murmuró nervioso

Pongo los ojos en blanco

—Pueden dejar su hipocresía a un lado, me tomé el atrevimiento de informarles que hay una reunión en sala de juntas en cinco minutos, se dará a conocer el nuevo dueño y heredero de la empresa— anuncié, ellos se miran entre sí con confusión, sin esperar respuesta di medía vuelta y salí de la oficina rumbo a la sala de juntas que está en el último piso.

Al llegar a la sala de juntas, me siento en la cabecera de la mesa con la espera de los que asistirán. Luego tomó mi teléfono y hago una llamada a quién se que podría ayudarme, unos segundos después contestaron:

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