Ya es hora de la cena, ya he hecho varias cosas, tareas, alimentar a coso, llamar a Dalia para avisar que no iré al trabajo... por suerte mi madre no se dio cuenta de mis ojos enrojecidos por llorar, o muy despistada o simplemente no le importa. Tampoco busco más explicaciones sobre el hecho de Yexury.
-¿Pizza?- pregunto sorprendida ya que mi madre está colocando una en la mesa.
-Sí, tuve que comprar todos los ingredientes porque no tenías nada aparte de cereal, leche y algo de harina.
-No he tenido tiempo de hacer compras.
-Sí, lo he notado, y creo que es por el trabajo te quita mucho tiempo.
Otra vez.
-Me gusta mi trabajo. ¿Cuándo aprendiste a cocinar pizza?- digo y de una vez me alejo del tema del trabajo.
-Aprendí hace algunos meses, en un curso instantáneo.
-Qué bueno- felicito aceptando el plato con dos rebanadas de pizza.
-Bueno, tú sabes hacer pizzas, pensé que no debía quedarme atrás.
¿Lo hizo por mí?
-Solo tenías que pedirme que te mostrara como hacerla.
-No lo pense- responde y me deja un vaso de refresco a un lado.
Claro, no lo pensó. Todo se vuelve silencio mientras doy los primeros mordiscos a mi rebanada de pizza.
-¿Cómo está?- pregunta expectante.
-Está muy buena.
-Gracias- acepta y vuelve a fijar la vista en su plato con una media sonrisa.
-¿De que querías hablar?- me apresuro a preguntar.
Veo como su media sonrisa se borra y se convierte en una mueca insegura. De repente siento que estoy hablando con una de mis amigas, que está a punto de confesarme algo que no me va a gustar, y no con mi propia madre. Eso me afirma mis sospechas, ella va a decir algo que no me va a gustar. Veo como se humedece los labios con la lengua y parece que busca las palabras adecuadas ¿Qué tan difícil es decirlo? "Te internare en un convento" no es tan difícil.
-Estoy comprometida- me quedo paralizada y la pizza que llevaba a mi boca se queda suspendida a mitad de camino.
¿He escuchado mal? ¿Dijo comprometida?
-Dijiste... ¿comprometida?- pregunto lento dejando la pizza en el plato.
-Sí, tengo una relación de dos años con un gran hombre, se llama Pablo.
Me quedo viéndola sin decir nada. Una relación de dos años, y ¿dónde estuve yo todo ese tiempo? ¿Por qué no me lo dijo? ¿Qué debo decir? un "está bien" o un "¿soy tu hija?" o quizás un "no quiero tener un nuevo padre"
-¿No dices nada?- cuestiona mirándome.
-Me parece bien, si es lo que quieres- respondo como si le estuviera respondiendo a una amiga, mientras le doy vueltas a la rebanada de pizza.
-¿No quieres saber nada de él? Sera tu padrastro.
-No me avisaste por dos años como si yo no fuera tu familia, no creo que sea necesario saber de él. De todas maneras ya están comprometidos, nada cambiara.
-Creí que me apoyarías- acusa ella, parece dolida.
-Y yo creí que era tu hija- regreso con rencor.
Me doy cuanta tarde que no debí decir eso, creo que la conversación con el oficial me ha dejado de mal humor.
-Intento llevarme bien contigo pero nada funciona. Mira, Pablo quiere conocerte, la próxima vez que venga lo traeré y espero que no lo arruines- sentencia y alza un poco la voz.

ESTÁS LEYENDO
Legión I- Secreto oscuro
FantastikTodo depende del cristal con el que miremos... pero. ¿Cómo adaptarse cuándo el cristal se gira y descubres que todo lo que te rodea tiene un matiz oscuro, cuando la tranquilidad que has logrado conseguir en el mundo que creías conocer se desmorona? ...