Los Angeles

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Había llegado el día de viajar a Los Ángeles, gracias a dios o a la vida durante el vuelo Héctor y yo íbamos en asientos alejados, por lo que no tuve que lidiar con su fastidiosa presencia.

Alexis quería recogerme en el aeropuerto pero le comenté que no era necesario ya que había un auto de la empresa que iría por nosotros, ademas que no quería hacer algún momento incómodo entre él y Héctor.

No le había platicado de la situación, claro que le dije que iría con un compañero del trabajo pero omití el echo de que se trataba de mi exnovio, no es que quisiera mentirle solo que no lo veía tan importante mencionarlo.

Al llegar al hotel donde nos hospedaríamos me lleve una gran sorpresa.

-¿Como que es una sola habitación?- pregunté alterada, nadie me había notificado que compartiría habitación con Héctor.

-Asi tengo la reserva en el sistema.- dijo tecleando en su computadora y girando la pantalla para que pudiéramos ver.

-Debe ser un error.- dije pero me vi interrumpida por una llamada de Alexis.

-Contesta.- dijo Héctor.- yo lo soluciono.

Asentí y respondí la llamada, desde que baje del avión no me había comunicado con Alexis, seguramente estaba preocupado.

-¿Hola?- respondí
-Angelita, ¿Ya llegaste?.- pregunto.
-Hola, estoy muy bien un poco cansada por el vuelo, ¿Y tú?.- dije con tono de burla.
-Perdón.- me imaginaba que detrás del celular se rascaba la nuca como gesto de que sabía que se había equivocado.
-No pasa nada Alexis.- sonreí para mi.- Ya llegue estoy haciendo el check-in en el hotel.
-Excelente, dime en qué hotel estás y pásate por ti para ir a cenar.
-Deja me instalo, tomo un baño y te mando mensaje para que pases por mi, ¿Te parece?
-Perfectísimo.
-Ya muero por verte.- dije en un tono tierno, quizá me escuchaba ridícula pero no quería limitarme a expresar lo que sentía, más cuando eran muy pocas las posibilidades de convivir con el.
-Ya somos dos Ángel, Ya somos dos.- El respondió haciendo que mi corazón se acelerara.

Colgamos la llamada y yo regrese con Héctor que parecía ya haber solucionado el problema de la habitación.

-¿Me das mi llave?.- me dirigí a el extendiendo la mano.
-Ten.- me entregó la tarjeta pero note que era el mismo número que la recepcionista nos había indicado la primera vez.- No se pudo hacer algún cambio, la habitación ya fue pagada por la empresa.
-Pues quédatela, yo iré a reservar otra.- dije regresándole la tarjeta y girándome para regresar a recepción pero Héctor me detuvo.
-No hagas esto más grande, Angie.- dijo e hizo que me volteara.
-No quiero compartir cuarto contigo.- dije con una mirada fría en mi rostro.
El volteo los ojos.- como si nunca antes lo hubiéramos hecho.
-Pero ahora es diferente.- dije un poco alto y él hizo una seña para que bajara mi tono.- Héctor ya no es lo mismo y es por tu culpa.
-Pero podemos solucionarlo.- dijo acercándose a mi y tomando mi brazo con delicadeza para que no me alejara de él.
-Ya es tarde Héctor.- dije y me safe de su agarre y en lugar de dirigirme a recepción me fui a mi habitación.

No lo voy a negar, al saber que Héctor quería arreglar lo que había roto hizo que mi corazón se acelerara y dudara, quizá por esa razón inconsciente me fui hacia la habitación, pero aparte de eso tenía unas enormes ganas de llorar.

Por esa razón me era complicado darle una oportunidad a esto que se desarrollaba con Alexis, porque se que no había superado todo lo de Héctor, fueron muchos años juntos, muchas promesas, muchas metas cumplidas, demasiadas experiencias vividas y que repentinamente todo lo que creía que era como un cuento de hadas se destruyera era lo más doloroso para mi.

Llegue a la habitación y tome algo de ropa de mi maleta y me metí a bañar, si íbamos a estar en la misma habitación lo último que quería era cruzármelo para algo diferente que no fuera dormir.

Llame a Alexis y me dijo que llegaba en 10 minutos, los cuales decidí esperarlo en el lobby del hotel.

Cuando llego me mando un mensaje y salí rápido hacia la entrada, lo vi caminando para la misma y ambos cruzamos miradas; no pude evitar correr hacia el para rodearlo entre mis brazos.

-Ey, una suricata me ataca, ayuda.- dijo el entre risas mientras me levantaba entre sus brazos haciendo que mis piernas lo rodearan.
-Ayuda, un pato me secuestra.- dije riendo mientras lo miraba a los ojos.
-Te extrañe.- dijo pegando su frente a la mía.
-Te extrañe mucho más.- respondí y sin poner resistencia ninguno de los dos nos dimos un beso lento.

NOCHES EN PARIS || QUACKITYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora