Hora de la verdad

717 70 1
                                    



 —Puta madre. — dije en cuanto llegue a la casa donde estábamos.

 —Wey, cálmate. — dijo ElMariana que entro detrás de mi.

Después de que Angelica se fue me quede un tiempo mirando como el Taxi se iba alejando sin saber que hacer o que pensar. Pasaban un montón de preguntas por mi cabeza sin tener ni una respuesta y la única persona que me podía resolver se fue corriendo porque su ex le llamo.

Al regresar dentro del establecimiento intente volver con los demás como sin nada pero mi mente deambulaba por otro lado.

 —Quackity. — Era Ama quien me había hablado por la espalda.

 —¿Mande? 

 —¿Haz visto a Angie? — pregunto preocupada.

 —Si, se fue a México. — dije mientras le tomaba a mi bebida restándole importancia.

 —¡¿A México?! ¿Pero por qué? 

 —No lo se, pero en cuanto le hablo el pendejo de Héctor se fue corriendo. — Reí para mi mismo. — Y todavía se atreve a negar que están juntos.

 —No mames Quackity, estas bien pendejo. — Dijo Ama y saco su celular. — Le llamaré, probablemente siga en la casa.

 Se fue y me dejó ahí parado, yo continúe con los demás como si nada hubiera pasado.

A los 5 minutos vi como Ama y las demás estaban platicando entre ellas, se veían preocupadas, quizá Angelica no les contestaba. Típico de ella, desaparecerse.

En cuanto decidimos regresarnos la molestia no se había disipado, El Mariana había visto mi actitud y quería saber que era lo que me pasaba, pero solo evitaba contestarle, pero ya no podía más, necesitaba sacar lo que sentía.

—Puta madre.

—Wey, calmate.

—Es que no puedo cabrón.— dije sentándome en la cama y poniendo mis manos en el rostro.

—¿Pero por que estas así? ¿Es por que Gigi se fue?

—No le digas así, cabrón.— lo apunte con el dedo índice y lo fusile con la mirada, ese es el apodo que el idiota de Héctor le decía.

—Bueno ya.— levantó las manos en signo de rendición.— dime que pasó.

—Pues Angelica se fue, Héctor le habló por teléfono y en cuanto colgó se fue corriendo.— suspire un poco más calmado.— pero lo que me emperra más es que antes de irse me dijo que me amaba.

—Wow.— fue lo único que fue capaz de decir mi amigo y se sentó a mi lado. — ¿Le dijiste que también la amabas?

—Lo hubiera hecho, si no se hubiera subido a un Taxi.— puse los ojos en blanco.— Además no entiendo, ¿Por qué sigue en contacto con Héctor? ¿Por qué aún sigue en su vida? Yo termine mi amistad con Tina para que Angelica ya no se sintiera insegura.

—Pues la neta, no se.— admitió— Es algo que deberías hablarlo con ella, explicar porque paso lo de hace meses y porque esta volviendo a pasar lo mismo ahora. Siento que ha de tener una razón lógica, la neta se nota que te ama un chingo.

Iba a responder pero en eso tocaron la puerta de la habitación.

Se asomo Rivers y entró.

—¿Qué pasó enana?— Preguntó elMariana

—Necesito hablar con el Quackity.— Se paro frente a nosotros.

—¿Qué paso Rivers?— Dije sin voltear a verla y reteniendo mi mirada al suelo.

—Mírame pendejo.— comenzó a hablar y voltee a verla, no esperaba un insulto de ella.— Me tuve que pelear con Ama y Ari porque se me hace una pendejada todo esto, pero se que en el futuro me lo agradecerán.

La mire en señal de que continuara hablando.

—Tanto a ti como a la Angie los queremos un chingo, y todo mundo sabemos cuanto sufrieron cuando se separaron, ¿O no?— dijo mirando a ElMariana y este asintió en silencio— La neta rompieron por una pendejada y por gente pendeja, el pinche Héctor y Tina, pero sobre todo ustedes.— Iba a responderle pero continuo hablando.— Son tan pendejos que omiten decir las cosas, no se si sea por orgullo o porque no quieren lastimar al otro.

—Bueno, ¿Y eso que tiene que ver?— dije un poco fastidiado, porque sabía que tenía razón.—¿Por qué te peleaste con Ama y Ari?

—Porque la pinche Ama, no nos había dicho que Angie se fue de Monterrey porque su mamá esta muy delicada.

—¡¿Qué?!— intente levantarme de la cama pero no pude por el impacto.

—Si, la Angie no quería decirle a nadie para no causar lastima, según ella.

—Pero Héctor...— fue lo que dije estaba intentando asimilar todo en mi cabeza.

—Las fotos que circularon fue de cuando Héctor le dijo lo que estaba pasando, al parecer su mamá ya llevaba tiempo delicada y le había estado ocultado a Angie su estado de salud.

—No mames, estoy bien pendejo.— me frote la cara.— Y yo todavía ese día fui un imbécil y le eche en cara de que si había regresado con él y otras cosas bien estúpidas.

—Bueno, no es por querer echarle sal a la herida, pero hoy Héctor le hablo, le dijo que tuvieron que llevar a su mamá de urgencia a el hospital y que estaba muy delicada.

—No puede ser...— pensé en como me había enojado y le eche en cara si era por Héctor cuando en realidad estaba sufriendo ella sola.— Tengo que ir con ella.

—Eso cabrón— dijeron mis amigos.— Necesitan arreglar esto, y ponerse a hablar bien.

— Si, eso haré, la recuperare y le hare entender que siempre estaré con ella.

Me apure a buscar el próximo vuelo a México y le pedí a El Mariana que le hablara a su Mariana para que me pasara la dirección de la madre de Angie.

Prepare mi maleta y me fui directo al aeropuerto, ahora si o si tenía que hablar con Angelica y dejar nuestros sentimientos claros.

———

Angelica

Aterrice en mi ciudad 1 día después de la llamada de Héctor. Mi madre ya se encontraba estable pero aún estaba delicada.

Los doctores no le daban muchas esperanzas, lo cual hizo que me sintiera mal por estar en un viaje de diversión y no con ella cuando me necesitaba.

Le agradecí a Héctor y le dije que fuera a trabajar, que ahora ya podía estar yo a cargo en el hospital.

El día había pasado, mi mamá estaba consciente para comer e ir al baño, le platique un poco sobre mi viaje y omití platicarle que había visto a Alexis, sabía que el solo mencionarlo la alteraba, así que no era el momento.

Iba a acomodarme en el sofá para dormir pero en eso abrieron la puerta, creía que era una enfermera pero no, para mi sorpresa era Alexis, estaba de pie en la puerta, en cuanto lo vi me dieron unas ganas enormes de llorar, me había sentido descubierta pero a la vez aliviada de que al fin sabe una parte de la historia.

Me levante y camine hacía él, lo abrace por la cintura y el paso sus manos por arriba de mis hombros y acaricio mi cabeza, me puse a llorar.

Era lo que había necesitado desde hace meses, estar entre sus brazos y sentirme consolada por él.

—Yo también te amo, Ángel.— me susurro en el oído.— Nunca he dejado de amarte. Perdoname por ser un pendejo.

Me reí.

—Yo tampoco he dejado de amarte, Alex. Perdóname por ser tan tonta.

.

.

.

.

.

.


NOCHES EN PARIS || QUACKITYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora