Capítulo 3

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—En la clase de hoy aprenderemos sobre el poder de la naturaleza, recuerde que nosotros, aparte de los fae, tenemos una conexión con esta que nos permite realizar muchas hazañas que veremos más adelante.

Theo se encuentra en un salón de clases junto con un grupo de adolescentes que cursan el primer año de preparatoria, quienes están sentados prestando suma atención a la voz explicativa del mayor, o al menos tratando de no quedarse dormidos, son pocos los que están realmente interesados por aumentar sus conocimientos.

En Arrowbrook existen diferentes escuelas, hay aquellas, financiadas por el gobierno donde asisten humanos y sobrenaturales, otras que son de carácter privado donde sólo asisten uno de los dos grupos, a pesar de haber vivido juntos por cientos de años no es raro que existan espacios segregados de acuerdo a la especie.

La Academia Merrygrove es un ejemplo de estos, fue fundado en los años treintas por Lucinda Warren con el propósito de crear un espacio seguro donde jóvenes hechiceros puedan aprender a usar la magia sin temor a ser juzgados por humanos, actualmente es dirigido por Xavier Hale, el hijo de Imogen.

Theo se graduó como uno de los mejores de la clase, Hayden también culminó sus estudios en esta institución y Dylan fue expulsado debido a sus reiteradas faltas de disciplina, viéndose obligado a transferirse a una escuela pública.

—¿Alguien puede decirme cuáles son los cuatro elementos?

Los adolescentes se quedan callados, algunos esperando a que Theo los escoja para responder y otros lo contrario, ya que no recordaban muy bien las lecciones pasadas sobre el tema en cuestión que prefieren guardar silencio antes que proferir una respuesta errónea.

—Aria—Theo lo otorga a una chica de catorce años.

—Tierra, aire, fuego y agua.

—¡Correcto! Estos elementos existen desde el momento en que nuestro mundo fue creado, tan antiguos como el sol y la luna.

Desde que se graduó de la universidad, Theo se ha dedicado a la enseñanza de la magia hacia las futuras generaciones.

—Nosotros podemos controlar uno o hasta dos elementos, son muy pocos aquellos que logran tener los cuatro, pues requiere demasiada energía y si no tienen cuidado, se pondrán en su contra.

—¿Cómo?—preguntó un chico de lentes, la confusión y el temor se reflejó en su voz al escuchar la seriedad con la que Theo hizo la advertencia.

—Tal vez esto no sea algo que deba decirles, aún están aprendiendo...

—¡Por favor, señor MacNamara! No somos bebés, sea lo que sea, no creo que nos asustemos—otro chico de aproximadamente dieciséis años prácticamente exigió que Theo continúe hablando, a lo cual soltó un suspiro.

Si no decía nada, no lo iban a dejar en paz, si decía lo que estaba guardándose, podría meterse en problemas con los padres, algo que no quería que pasara, más le era imposible predecir lo sucederá, incluso si tuviera el don de la adivinación.

—Muy bien, ¿quiere saber qué podría suceder si no manejan bien los cuatro elementos?

El grupo asintió.

A estos jóvenes les invade la impaciencia, déjame ilustrarlos con este ejemplo de imprudencia.

Una luz verde esmeralda sale de sus manos, creando el holograma de un hechicero cualquiera, el cual empieza a manipular la tierra, el aire, luego el agua y finalmente el fuego, al principio parece que todo está bien, que este hechicero no tiene problemas con la magia elemental.

Entonces, sucedió lo peor, el hechicero empezó a vomitar agua mezclada con tierra, al mismo tiempo que era rodeado por un tornado, cayó al suelo, convulsionando mientras las venas de su cuerpo se tornaban rojas, causándole un dolor imposible de soportar.

Los MacNamara y La Cofradía SacrilegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora