Capítulo 22

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Lucy fue la encargada de abrir el portal desde el jardín de la mansión Hale, los otros cinco hechiceros cambiaron sus ropas por un uniforme parecido al de su líder, botas negras, pantalones beige, chaquetas del mismo color y camisetas negras.

Cuando cruzan se encuentran con la costa del archipiélago, frente a la enorme flora silvestre en forma de altas palmeras que pueden cubrir el cielo, dejando algunos pasar algunos rayos del sol, aves coloridas vuelan alrededor, posándose sobre las copas.

—Me hubiera gustado despedirme de Xavier en persona y no con una llamada.

—A mi también me hubiera gustado despedirme mejor de Ryan pero no podemos retroceder el tiempo, hay una misión que cumplir.

Lucy Barrow extiende un mapa para seguir la ruta indicada.

—Tengan cuidado por donde pisan, hay arenas movedizas.

Empiezan a caminar hacia el interior de aquella naturaleza, Theo porta una vara de madera para verificar que no está a punto de hundirse en arena movediza como indicó Lucy, a simple vista puede parecer el lugar perfecto para ir de vacaciones, hay una gran variedad de fauna y flora intacta, parece el único santuario que la mano del hombre no ha podido alcanzar para destruirlo.

—¿Es cierto que nadie más ha estado aquí excepto tú?—pregunta Jane, quien se había adelantado para andar al lado de Lucy.

—Eso es lo que dicen los humanos—Lucy se encoge de hombros—, a los sobrenaturales no les importa este lugar, ni siquiera a las hadas.

Contrario a la creencia popular, no todas las hadas se preocupan por proteger la naturaleza, la mayoría viven centradas en sus propios asuntos como para evitar que un par de humanos talen uno o cientos de árboles para construir una nueva autopista, aunque a algunas todavía les importa resguardar el medio ambiente pero son una minoría.

—¿Qué es lo que te atrajo a este lugar en primer lugar?

Jane aparta un mosquito que estaba muy cerca de su rostro, por alguna razón siente mucha curiosidad respecto a la experiencia de Lucy en lugares que sólo los valientes se atreven a visitar. Es como si en vez de ser picada por ese mosquito de Mongkol, hubiera sido algo similar a ese bebé volador en pañales que los humanos llaman "Cupido".

—Bueno, chica bonita—Lucy deja de caminar para hablar cara a cara con Jane—, algunos preferimos explorar lo que hay más allá de las junglas de concreto. No todo son esos museos llenos de pinturas raras o monumentos de antiguas civilizaciones, la naturaleza es en sí misma fascinante, histórica y artística.

La señorita Haventhorn no dice nada tras escuchar el sermón de Lucy, ni ella tampoco añade algo más, sólo se quedan compartiendo ese silencio incomprensible debido a la falta de palabras expresarse, pero sus ojos dicen más que cualquier otra frase. El rostro de Jane se tiñe de un rosa ligero, el iris de Lucy resplandece a un color púrpura, pero sólo por algunos segundos.

Los hombres contemplaban esa escena con algo de vergüenza al tratarse de un momento casi íntimo, no obstante Dylan es el único que se atreve a romperlo sin importar los reproches posteriores, colocándose en medio de las dos brujas.

—Lamento interrumpir este hermoso momento lésbico pero tenemos una cura que encontrar.

Jane se aleja, camina hacia dónde está Niall con su cara ardiendo y roja como si estuviera pasando horas bajo el sol, su amigo la observa atónito ya que nunca creyó que le pudieran gustar las mujeres también, pues siempre la veía coqueteando y jugando con hombres, Lucy carraspea antes de seguir con el recorrido.

—¿Cuánto nos falta para llegar hasta la Krianna?

—Aún no estamos ni cerca de ella—Lucy vuelve a enfocarse en su mapa—, nos falta al menos la mitad del recorrido, menos charla y más acción.

Los MacNamara y La Cofradía SacrilegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora