—Bienvenidos.
Dice Adam cuando abre la puerta para permitir el paso de Dylan y su acompañante lobuno, al vampiro le parece gracioso cómo lucen diferentes en cuanto a vestimenta, pues mientras su cuñado parece un gótico debido a la presencia dominante del color negro en sus prendas, Ryan luce prendas un poco más coloridas.
—Me alegra mucho verte, Dylan—Adam cierra la puerta cuando la pareja entra a la morada, dirige la vista hacia Ryan a quien saluda con un apretón de manos—, un gusto conocerte, soy Adam.
—Lo mismo digo, me llamo Ryan.
Los vampiros y los licántropos tienen buenas relaciones, no son enemigos naturales como se cree en la cultura popular. Claro, a veces surgen tensiones pero están más relacionadas a otros factores que al simple hecho de pertenecer a razas diferentes.
—Qué gran mansión.
Dylan recorre cada rincón con la mirada, no está muy impresionado ya que vivió en la mansión de Imogen así que imaginó que la casa de Adam podría lucir igual, aunque reconoce que se ve grande en comparación con la propiedad Hale.
—Nada mal para un Conde de novecientos años.
—En realidad tengo ochenta y no tengo un título de nobleza europea—explica Adam, alzando una ceja al escuchar ese chiste que le pareció de los peores—, es curioso que siendo hechicero creas en los clichés que los humanos inventan sobre nosotros.
—No, no creo en esas tonterías pero me parecen súper graciosas y me encanta bromear, quizás Hayden debió advertirte sobre eso.
«¿Por qué los hermanos menores siempre son los peores?». Piensa Adam, su amado Hayden le contó cada travesura de Dylan, al principio le pareció que exageraba, ahora entiende que esos relatos quizás no están lejos de la verdad.
—Síganme por favor—Adam extiende una mano en dirección al comedor—, esta es su casa.
—Vaya, cuánta hospitalidad—Dylan camina detrás del vampiro, era el momento perfecto para soltar una tontería—. Ahora entiendo porqué le gustas a mi hermano.
Un gruñido escapó desde lo profundo de la garganta de Ryan, Adam y Dylan voltean a verlo, este último con una sonrisa triunfante, esa era la reacción que buscaba.
—Lo siento—Ryan carraspea, disculpándose por ese sonido salvaje.
Adam decide ignorar eso para continuar el camino, sus invitados se sientan en la mesa donde delante de cada silla hay platos con cubiertos y vasos, Hayden baja después, saluda a Dylan con un fuerte abrazo.
—¿Desde cuándo usas esas cosas?
Dylan repara en el suéter de cuello de tortuga que Hayden está usando, él nunca ha usado ese tipo de ropa que le cubre desde abajo de la barbilla, entonces entiende los motivos para tenerla.
—Ya veo—le da un suave golpe en el brazo con su codo a modo juguetón—, es difícil aburrirse con mi cuñado, ¿verdad?
Hayden está tan lleno de vergüenza que es imposible refutar las insinuaciones de Dylan respecto a cómo pasa tiempo con Adam, incluso si lo intenta no es complicado adivinar lo que hacen entre las cuatro paredes de aquella lujosa vivienda.
—¿Dónde está Theo?
Pregunta Dylan, el primogénito es fanático de la puntualidad, siempre le gusta llegar diez minutos antes en cualquier tipo de evento, es inusual que si ha sido invitado a almorzar no esté antes que él.
—Dijo que tardará un poco.
—¿Por qué?
—No lo sé—Hayden se encoge de hombros—, no me dio más detalles, seguro que llegará pronto.
ESTÁS LEYENDO
Los MacNamara y La Cofradía Sacrilega
FantasyEn un mundo donde los humanos son plenamente conscientes de la existencia de licántropos, vampiros y hechiceros, la convivencia no es totalmente pacífica, pues predomina la desconfianza del primer grupo hacia el segundo, considerándolos un auténtico...