—¡Ya volví!—exclama Hayden al cruzar la puerta principal, cerrándola tras de sí.
La sorpresa llega al ver a sus hermanos sentados en el sofá, Dylan sonriendo de manera burlona y Theo manteniendo un semblante serio, similar a un padre que atrapó a su hija en una cita con su novio secreto.
—Parece que alguien ha estado ocupado todo el día.
—Lamento la tardanza es que...
Hayden ríe nervioso, concluye que ellos lograron verlo con Adam desde donde están, no tenía manera de inventar una mentira, de todas formas, decidió intentarlo, antes de hacerlo, repara en el hecho de que Theo está de color verde.
—¿Por qué estás así?
—Larga historia—explica Dylan riendo—, para resumir...me declaro culpable.
—Ya lo veía venir—asiente Hayden, comprende que Dylan fue responsable del estado actual de Theo, sino fuera por la seriedad de él, estaría muriendo de la risa.
—¿Cómo se llama?—pregunta Theo, interrumpiendo a Hayden, camina hasta plantarse frente a él.
—¿Eh?
Hayden teme recibir una reprimenda, Theo nunca lo ha sermoneado, no sabe lo que se siente ya que romper las reglas, sean cuales sean, no es su estilo. «Al menos entenderás un poco a Dylan, quizás esto te sirva de lección la próxima vez que decidas irte con un vampiro sin avisar».
Entonces, sucede lo inesperado, Theo abraza a Hayden como si le estuviera dando la bienvenida de un largo viaje. La espina de los celos atravesó el corazón de Dylan, no recuerda la última vez que fue abrazado así por su propio hermano y si fuera lo contrario, nada haría la diferencia, Theo seguiría siendo el insoportable sobreprotector.
—Ese chico, ¿es humano o sobrenatural? ¿hace cuánto lo conoces? ¿Dónde te llevó? ¿Cuántos años tiene? ¿A qué se dedica?
A la vez que lo bombardea con preguntas, Theo palmea el cuerpo de Hayden de arriba a abajo con la intención de verificar que no está herido, se alivia al notar que la integridad física de su hermano está intacta, nunca podría perdonarse si alguien lo lastima.
—Se llama Adam, es vampiro, tiene ochenta años y...bueno, lo conocí hoy, me llevó a su casa, vimos películas todo el día.
—¿Lo conociste hoy y fuiste a su casa? ¿Por qué? Es peligroso confiar en un extraño, pudo beber tu sangre hasta dejarte seco.
—No lo pude evitar, no lo pensé muy bien, sabía que en cualquier momento podría atacarme, estaba preparado pero...no me hizo nada malo, sólo preparó unas deliciosas palomitas de maíz con mantequilla para que viéramos películas.
—¿Y si puso algo en las palomitas?
—No creo que seas el indicado para hablar de comida envenenada—Dylan interviene, refiriéndose a la falta de perspicacia de Theo para detectar cuando un alimento fue afectado por magia tras caer ante su broma.
Theo voltea, aprieta los dientes enfurecido al ver al menor continuando riéndose de él, con un pequeño ademán, transforma la piel de Dylan para que adquiera un color naranja, la indignación apaga las carcajadas, Hayden estuvo a punto de reírse pero prefirió no hacerlo.
—¡Oye! ¡Parezco uno de esos espantosos muñecos de Plaza Sésamo!—espeta Dylan, furioso, agarrando a Theo de su camisa.
—Al menos ya sabes lo que siente ser un fenómeno—Theo sonríe, alzando la barbilla con superioridad—. Por suerte, yo no tengo pulseras anti-magia.
—Muy bien—Hayden se pone en medio de ambos, separándolos—, creo que podemos solucionar esto sin pelear.
Con un pequeño encantamiento, vuelve la piel de Dylan a la normalidad, cuando intentó repetirlo con Theo, no resultó.
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Los MacNamara y La Cofradía Sacrilega
FantasyEn un mundo donde los humanos son plenamente conscientes de la existencia de licántropos, vampiros y hechiceros, la convivencia no es totalmente pacífica, pues predomina la desconfianza del primer grupo hacia el segundo, considerándolos un auténtico...