1. Nadie por el momento

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El otoño se encontraba en su máximo esplendor. Los caminos estaban llenos de hojas secas que producían sonidos satisfactorios al resquebrajarse bajo mis pies.

El día estaba nublado, con unos cuantos rayos del sol colándose por entre medio de las nubes. El aire, sin embargo, soplaba lo suficientemente frío como para abrigarse con guantes y bufanda.

Las calles estaban vacías al ser tan temprano en la mañana, pero el ritmo ajetreado de la ciudad de Nueva York no tardaría en alcanzar su auge en un par de horas. Aún así, no faltaban aquellos que aprovechaban el horario para hacer deportes, tales como correr o andar en bicicleta, pero ese no era mi caso. A mí solo me gustaba caminar y tomar un poco de aire fresco.

Guardé las manos en mis bolsillos y caminé con la mirada baja. Me había dicho a mí mismo que saldría como siempre a liberar la mente un poco, pero era un tanto difícil hacerlo si cada vez más edificios tenían carteles con aquella imagen.

Le había dicho a Seokjin que volvería a casa dentro de una hora, pero mi reloj contaba quince minutos y ya quería regresar. Por más que lo intentara, no podía despejar mi cabeza de los pensamientos invasivos, así que simplemente decidí acortar el tiempo de caminata y emprender el camino de vuelta.

Mientras me concentraba en la punta de mis zapatos, pisaba las líneas punteadas de la mitad de la calle. Había dejado algunos diseños a medio hacer antes de salir, por lo que preferí pensar en aquello que debía mejorar o cambiar: poner más nitidez, quizá un poco de brillo no vendría mal tampoco, agregar algún color intenso, balancear los...

¡Cuidado!

¿Cuidado?

Me paralicé en el lugar cuando escuché la advertencia, pero no porque me sorprendiera el grito, sino por el idioma en que había sido dicho. No acostumbraba a escucharlo seguido estos últimos años y mucho menos por boca de extraños.

Sin embargo, no tuve tiempo para pensar mucho en ello, ya que un segundo después sentí un empujón por la espalda y caí con todo mi peso sobre el asfalto. Mis manos rasparon contra las piedras minúsculas y comenzaron a arder a pesar de la protección conferida por los guantes.

—Ugh... —Me sentí adolorido—. What was that?

—Woah, pensé que ya no me pasarían cosas como estas.

Giré mi cuerpo como pude y miré a la causa del accidente.

Un chico rubio de rasgos asiáticos estaba tendido en el suelo mientras sonreía con los ojos cerrados. Calzaba patines de cuatro ruedas decorados con estrellas plateadas y líneas celestes. No se veía herido, ya que estaba protegido con todo lo necesario: casco, rodilleras, coderas y demás; por si fuera poco, su espalda estaba equipada por una mochila verde que le había servido para que la caída no fuera tan mala, una suerte con la que yo no pude contar.

Cuando abrió los ojos, estos estaban rebosantes de sorpresa y adrenalina. Su sonrisa se ensanchó y volteó la cabeza hacia mí para después soltar una carcajada sonora.

Me sentí completamente descolocado.

That was cool, wasn't it?

Me habló en inglés en ese momento, pero yo había escuchado muy bien el idioma que había usado antes. No quería pensar que me lo había imaginado, así que decidí preguntar:

Are you Korean?

Él abrió la boca con sorpresa y asintió.

Yes! Jimin Park is my name, but you can call me whatever you want, pretty —respondió—. Nice to meet...

Virtus 🛼 | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora