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26. Campo de narcisos

No podía evitar mirarme en cada superficie en la que me reflejaba. Me había esforzado en lucir bonito para Jimin y esperaba haberlo logrado. Me había puesto perfume, mi cabello estaba peinado con un poco de gel y la ropa que llevaba estaba pensada con sumo cuidado.

Seokjin me dijo antes de salir que todo saldría increíble y que no permitiera que mis nervios se salieran con la suya, sin embargo, estaba seguro de que él no tenía en cuenta que esta no era una cita cualquiera para mí.

Después de mi última relación, había intentado salir casualmente en algunas oportunidades, ya sea con hombres o con mujeres. Citas a ciegas, aplicaciones para ligar, salidas a discotecas y bares... Lo intenté casi todo. Y si bien había podido avanzar hasta llegar a los besos con aquellos que llamaron mi atención, ninguno me hizo sentir algo que demostrara una afinidad más allá de la atracción física.

Aún así, y contra todo pronóstico, con Jimin era distinto. No había nada en él que no me gustara. Su cuerpo, su personalidad, el sonido de su risa, sus sentimientos... Me fascinaba todo en él y por eso no podía permitirme dar un paso en falso. La cita debía ser perfecta y, por esa razón, lo adecuado era empezar con un regalo bonito, como sus flores favoritas.

Empujé la puerta y los olores dulces no tardaron en llegar a mi nariz. Nunca había sido un fan de aromas como estos porque las flores nunca fueron un tema que me interesara. Podía llegar a considerarme un completo inutil en cuanto a distinguir plantas que no fueran comunes y por eso había tenido que buscar cómo rayos lucía un narciso para asegurarme de comprar las flores correctas.

Avancé hasta el mostrador y toqué el timbre de recepción.

—¿Hola?

—¡Hola!

Di un respingo hacia atrás cuando un chico salió de debajo de la nada y llevé una mano a mi pecho para calmar mi pulso enloquecido. Lo miré con ojos bien abiertos y él me sonrió sin enseñar los dientes.

—¿Qué estabas buscando?

—Umh, ¿narcisos?

—¿Sabías que no es temporada de narcisos? Son flores de invierno-primavera, no de otoño. Es decir, se cultivan en esta época del año y esperamos pacientemente a que florezcan a finales de marzo o principios de abril. Qué genial, ¿no? Es como esperar el nacimiento de un bebé, pero en botánica.

Fruncí el ceño al recordar que Taehyung había comprado narcisos sin ser necesariamente primavera. Abrí la boca para plantearlo, pero el chico me ganó la palabra.

—Para tu propia suerte, existen los invernaderos. —Salió de detrás del mostrador y caminó hasta la nevera que mantenía las flores frescas—. Puedo ofrecerte narcisos blancos o narcisos amarillos, aunque también existen variaciones como los anaranjados, pero, por favor, no pidas estos últimos.

—¿Por qué? ¿Tienen un mensaje malo o algo así?

—¡No, para nada! —se apresuró a responder—. De hecho, tienen un mensaje muy bonito, ya que representan la vitalidad y la alegría. Aunque, si me permites decirte algo, yo creo que los significados espirituales y el simbolismo de las flores no son estrictos, por ende, depende más del sentido que le dé la persona que lo recibe que la que lo da. Sino, todos tomarían esta flor como un simbolismo a la vanidad por el mito de Narciso y su reflejo en el arroyo.

Lo miré sin comprender. ¿Qué tenía que ver eso con no poder comprar narcisos anaranjados?

—Es que no tenemos de esos, no los cultivamos —respondió como si pudiera leer mi mente—. Blancos o amarillos, nada más.

«Si alguien quisiera regalarme narcisos, elegiría los blancos», recordé.

—Quiero de esos —pedí, y los señalé.