Las promesas de amor no sirven de nada si de por medio solo hay mentiras.
Jungkook no puede volver a confiar, se ha aferrado a la traición y a la creencia de que es alguien que no puede amar ni ser amado.
Sin embargo, en un día como cualquier otro...
Lo acompañaba a su casa cuando hizo aquella pregunta.
Jimin estaba subido a cuestas sobre mi espalda porque no quería que caminara tanto después del tirón que había sentido en las piernas. Sus brazos rodeaban mi cuello y podía sentir su respiración chocar contra mi oreja; así, enviaba pequeñas ondas de electricidad por todo mi cuerpo que luego se transformaron en una explosión cuando preguntó lo siguiente:
—¿Has tenido pareja, Jungkook?
Traté de mirarlo de reojo.
—¿Ah?
—Pareja, ¿has tenido? —repitió.
Supuse que era normal que tuviera curiosidad. Los amigos suelen saber este tipo de cosas de sus otros amigos, ¿no?
—Sí, hace unos años tuve una novia. No terminó bien.
«No preguntes más, no preguntes más», rogué internamente.
—Oh, qué pena —contestó, y sentí que acarició su nariz contra mi cabello—. Yo no.
—¿Tú no qué?
—No he tenido novio. Nunca. Es raro, tengo veinticinco años y aún no sé cómo se siente el amor.
Detuve mi caminar de inmediato y traté de girar mi cuello lo más posible para verlo a los ojos.
—Dime que es una broma.
—¿Qué cosa? —preguntó.
—¿Nunca has tenido novio? —Me sentía anonadado.
Él enarcó una ceja.
—Bueno, disculpa que no todos hayamos podido encontrar a la persona correcta, señor «yo sí he tenido novia». Ya sé que es raro, pero no es para que me mires así tampoco.
—No lo digo por eso, Jimin —contesté, y solté una risa suave—. Es solo que... ¿Te has mirado en el espejo?
—¿Me estás diciendo feo, Jeon Jungkook?
—¡No, al contrario! —me apresuré a decir—. Estoy sorprendido de que no hayas tenido novio porque...
—¿Porque...?
Tragué saliva y reanudé mi caminar. Jimin se aferró más fuerte y sentí su mirada sobre mí de forma penetrante.
—¿Por qué, Koo?
Koo.
Sabía perfectamente lo que hacía.
—Porque eres más bonito que la media.
—¡¿Más bonito que la media?! —exclamó, indignado—. ¿Eso fue un cumplido?
Nada más me reí y cambié el tema rápidamente para evitar confesar lo que pensaba de verdad.
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