20. Los hombres piensan con el p...

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—Estuve semanas para lograrlo, pero igual me caí en la competencia. No supe qué decir cuando estuve frente a mi entrenadora.

Nos habíamos despertado más temprano de lo normal. Quizás por la emoción de abrir los ojos y encontrar que estábamos uno al lado del otro y que lo que habíamos hecho hace unas horas había sido real.

El amanecer se apreciaba desde la cama y Jimin me contaba anécdotas de su pasado como competidor. En su mayoría eran historias donde ganaba, pero también estaban aquellas en las que contaba sus derrotas.

—¿Era muy severa contigo?

—Sí —respondió—, pero esa severidad también me sirvió para formarme como un profesional. Si fui el mejor, aunque sea por un breve momento, es gracias a ella también.

—¿Aún siguen en contacto?

Frunció sus labios y negó.

—No, ni tampoco me gustaría volver a verla. Es parte de mi pasado y quiero que se quede allí. —Se acurrucó contra mi pecho y dejó un besito en mi piel—. ¿Has visto mis presentaciones alguna vez?

—¿Debería?

Jimin se encogió de hombros.

—Si eso es lo que quieres... Espera, ¿eso quiere decir que jamás, jamás, jamás me has visto patinar profesionalmente?

Agité mi cabeza. Más de lo que había visto en los entrenamientos, no.

—Woah... —exclamó—. Eso sí que es nuevo. Imagino que al menos has buscado mi nombre en internet.

—No.

—¡¿No?! —Se levantó y me miró con ojos bien abiertos—. ¿Nada de nada?

—Nada de nada.

—¿Por qué no? —Parecía genuinamente confundido—. ¿Nunca te dio curiosidad?

—Obvio que sí, pero prefiero que me cuentes tú antes que averiguar tu vida en internet —dije—. Eres el chico que me gusta, no quiero conocerte por medio de artículos de revistas y videos fuera de contexto.

Jimin hizo una mueca y volvió a recostarse en mi pecho.

—Eso es lindo —susurró—, pero me gustaría que conocieras la persona que solía ser. Ese chico que amaba estar subido sobre los patines y que moría de nervios antes de competir. Ese que creía que jamás se detendría. —Me miró—. Pero ya no soy él y la única forma de que lo conozcas es por medio de videos y fotografías. No todo lo que hay allí es malo, no está todo distorsionado tampoco. No me molesta que busques, siempre y cuando no creas todo lo que encuentres.

—¿Y qué es lo que puedo encontrar?

—Gente mentirosa —respondió sin dudar—. Pero también un registro de lo feliz que fui cuando me dedicaba a hacer lo que más amaba en el mundo.

Levanté mi mano para acariciar su pómulo y él cerró los ojos con lentitud. Exhaló un pequeño suspiro y dijo:

—De vez en cuando me gusta cerrar los ojos y recordar esa sensación. El sonido del público gritando mi nombre. Las luces y las miradas sobre mí. El peso de las medallas en mi cuello y de las flores en mis manos. Subir los brazos en forma de victoria y la multitud festejando conmigo. Ese era mi mundo y era tan bonito que a veces no puedo creer que se acabó. —Abrió sus ojos, los cuales ahora estaban cristalizados—. Los videos son lo más cercano que tengo de volver a esos años. Me gusta verlos y pensar... Woah, ese que está en la pantalla realmente soy yo. Y así confirmar que fui bueno en lo que hice mientras pude.

Hablaba como si cada palabra revelara una herida en su corazón que aún no terminaba de sanar por completo. Me pregunté cuántas cosas guardaba dentro suyo que le hacían perder el sueño por las noches. Incluso me cuestioné si habría una manera de poder sanar su dolor.

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