Extra: Corazón azul

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Taehyung ya comenzaba a odiar con todas sus fuerzas el ruido de la alarma. Al principio era fácil ignorarla y seguir durmiendo, pero con el correr de los días era cada vez más difícil pretender no escuchar aquella odiosa melodía.

Dejó que sonara por un par de minutos, los cuales no pudo alargar cuando Hoseok se removió entre sus brazos, quejoso del ruido. Taehyung suspiró y desactivó la alarma, para después dejarse caer sobre la almohada una vez más. Ya estaba completamente despierto, así que no se preocupó ante la posibilidad de dormirse de nuevo.

Hoseok se veía tranquilo. Daba suaves y largas respiraciones, con su pecho subiendo y bajando a un ritmo constante. La noche anterior había hecho una tontería, es decir, beber mucho más alcohol de lo que su cuerpo podía tolerar. Jimin no le dijo cuánto había bebido con exactitud, pero Hoseok caía fácilmente ante las bebidas más ligeras. Por eso mismo, era alguien que tenía que estar bajo cuidado constante y le enojaba con demasía que nadie se hubiera preocupado por él.

Alzó una mano para apartar un mechón de cabello que caía sobre su frente y suspiró. Lo mejor era comprarle algún remedio para la resaca, porque lo más seguro era que se despertara con un dolor de cabeza terrible.

Se sentó sobre la cama, luego se estiró y bostezó para ahuyentar la pereza. Seguido a eso, se aseguró de que Hoseok estuviera bien tapado con las mantas y dejó un beso en su mejilla, para después dejarlo descansar por lo que parecerían un par de horas más. Lo más probable es que ya lo encontrara despierto cuando volviera.

Se preparó para salir, y aunque intentó camuflar las ojeras —consecuencia de una noche cuidando a un ebrio—, la verdad es que aún estaban muy marcadas. Esperaba con todo su corazón que Yoongi no las notara, o al menos que no le parecieran un punto a destacar. Ya de por sí, el hecho de presentarse ante el chico del que estaba enamorado luciendo de aquella manera no le agradaba ni un poco, pero sus pies no estaban acostumbrados a recorrer otro camino que no fuera el que lo llevaba hasta la florería cada mañana.

Esa era su rutina. Despertar. Prepararse. Ir a la florería. Esperar a que Yoongi dé una señal de reciprocidad. Volver a casa con el corazón pequeño. Repetir al día siguiente.

Así, todos los días...

En cuanto llegó a aquella puerta de vidrio tan familiar, respiró profundo y se peinó el cabello hacia atrás. Como cada vez, se llenó de confianza y entró con la esperanza de todo.

Para ser completamente sincero, Taehyung no era un aficionado de las plantas. En realidad, ni siquiera sabía darles el cuidado adecuado y la mayoría moría a la semana de haberlas comprado. Por eso era que prefería pedir ramos de flores, de manera que pudiera poner estas en jarrones y no preocuparse por si se marchitaban en algunos días. Eran incontables las veces que Jimin le había reprochado el malgasto de dinero en algo que ni siquiera prestaba atención, pero es que él no lo entendía. A veces sentía que nadie lo hacía. No era una cuestión de dinero, podía darse el lujo de comprar la florería entera si así lo quisiera, pero el corazón de Yoongi no estaba a la venta y eso era lo más complicado de todo.

—Taehyungie.

Sintió una sensación caliente en el pecho al escuchar su voz. Era cálida, amable, de esas que son capaces de darte confort con una sola palabra.

—Yoongi —le sonrió—, buenos días.

—Te ves... cansado. ¿Estás bien?

Maldición.

Taehyung intentó no delatar su incomodidad. ¿Por qué tenía que decir algo como eso? Nunca era un «luces terrible» ni tampoco un «luces genial». Siempre tenía que parecer un «no luces como siempre», como si se preocupara por él. Lo peor de todo era sentir la necesidad de contarlo, pero que las palabras no salieran de su garganta. Con el correr de los años había aprendido a reprimir sus emociones al punto de quedarse callado por horas. Sabía que no era algo malo, se volvía una explosión de emociones incontrolables si no mantenía la compostura, pero había días en que deseaba no haber aprendido a contenerse hasta llegar a sentirse ahogado.

Virtus 🛼 | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora