5. Conexión

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—¿Se verán otra vez? —me preguntó Jin, desde su escritorio.

—Iremos a pasar un rato en el parque.

Mi amigo soltó un suspiro y negó con la cabeza.

—¿Cómo es que pasaste de «no quiero nada serio» a «nos vemos casi todos los días» en tan solo tres semanas?

Solté una risa y agarré mi mochila de la silla.

—No exageres. Verlo dos o tres veces por semana no significa verlo casi todos los días. Y tampoco es lo que piensas —dije—. Jimin es solo un amigo, ¿okay?

—¡Eso es lo peor de todo! —contestó—. Se suponía que tenías que tener citas con él, no quedarte en la friendzone. ¿Cómo es que ni siquiera se han dado un beso?

—Es que no hay ni habrá ningún beso. —Me encogí de hombros ante su mirada—. Ya te lo dije, solo somos amigos.

No era sorpresa que se cumpliera lo que había predicho, es decir, que Jimin perdiera el interés que mostraba en un principio por mí.

Era fácil notarlo, las señales eran bastante claras. Nos enviábamos mensajes sin parar desde hace tres semanas, nos llamábamos en la noche y habíamos llegado a conocernos de una manera más personal. Sin embargo, a pesar de todo eso, no había nada con una segunda intención. Nada de coqueteo, ni insinuaciones, ni contacto físico que diera a entender otras cosas.

Aún así, me sentí cómodo con lo que éramos. Supongo que tener a alguien, además de Seokjin, con quien compartir cosas desde el simple punto de vista de la amistad era reconfortante. Habíamos comenzado a crear un vínculo bonito que se sentía cada vez más fuerte con el correr de los días. Nada era fingido para llegar a algo más y eso me daba la seguridad de que estábamos haciendo las cosas bien.

Podía notar sinceridad en sus ojos cada vez que me miraba. Le gustaba oír mis pasatiempos, mis gustos y mi vida en general. Tampoco podía decir que fuera demasiado abierto con respecto a mi intimidad, ya que me costaba decir mis verdades a quienes recién me conocían, pero había algo en Jimin que era distinto. No me presionaba para hablar. Me dejaba expresarme a mi forma y a mis tiempos, sin limitaciones ni curiosidad excesiva.

Una parte de mí creía que era así porque también guardaba dentro suyo cosas de las que no podía hablar; como en nuestras llamadas nocturnas, cuando Jimin hablaba con pasión del patinaje artístico. La forma en que se expresaba me hacía imaginar que era una religión o algo más allá de lo divino, pero luego se quedaba callado y el ambiente se volvía tenso, por lo que el tema ya no se volvía a mencionar.

Me confundía, pero nunca le pregunté acerca de sus cambios repentinos de actitud. Probablemente había cosas que jamás descubriría, pero eso no me molestaba. Lo único que importaba era que supiera que podía contarme si algún día necesitaba que alguien lo escuchara.

Íbamos por buen camino, no era necesario forzar un romance entre ambos cuando esa chispa no existía. Su amistad se había vuelto preciada para mí en muy poco tiempo y quería que siguiera así.

—No desaproveches esta valiosa oportunidad —dijo Jin—. Si no das el primer paso, Jimin buscará a otra persona.

—No es así —contesté—. Jimin no buscará a nadie, pero si lo hace, ¿qué? No es ese el tipo de relación que tenemos, Seokjin. No lo conoces como para que des por sentado lo que pasa por su mente cuando está conmigo.

—¿Y tú lo conoces?

—Estoy comenzando a hacerlo y me gusta que sea así —respondí—. Solo el tiempo me va a dar las respuestas que quiero, no es necesario apresurar las cosas.

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