Capítulo 51

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     —Si un día eres brutalmente asesinado aquí, jamás encontrarían tu cuerpo.

     Jungkook pegó su espalda a la pared y sacó la cabeza, mirando por el pasillo. Cuando quise asomarme también, su mano presionó en un costado de mi cuerpo, indicando que me quedara detrás de él. Giró la cabeza para mirarme de reojo, luego volvió la vista al pasillo.

     —No comprendo ¿me lo estás diciendo para que ande con cuidado, o por si en algún momento debo esconder un cuerpo?

     —Pues tú sabrás.

     Aunque estaba en su espalda, vi como sus mejillas se movían. Lo hice sonreír. Y no dije más, porque eso fue todo para quedar satisfecha.

     No me había soltado la mano en todo lo que atravesamos el inmenso jardín y tampoco me la había soltado ahora, arrastrándonos por los pasillos del casino. La piel de sus dedos estaba húmeda y helada, sin embargo, las consecuencias de tomar su mano era ser arrastrada por una excepcional armonía. No me quejé en absoluto cuando apretó mi palma y me guio detrás de él.

     Ahora estábamos en un tercer piso medio abandonado, pero él había asegurado que siempre había algún que otro limpiador, ya que el hotel debía estar en óptimas condiciones, sobre todo ahora, que había una recepción en la planta baja.

     —¿Seguro que sabes el camino? —cuando Jungkook giró su cabeza a mí, me salpicó de gotas de agua las clavículas. Sentí un escalofrío.

     —¿Recuerdas cuando dije que guardes silencio, porque no tienes el tono más sutil que digamos?

     —Ya, ¿pero en serio te sabes dónde vamos?

     —¿Recuerdas la parte donde crecí aquí?

     —Esto es más un castillo que un edificio moderno. Sólo un psicópata memorizaría todo este lugar... —él me quedó viendo unos segundos. Pestañeé sin dejar de verlo —Ah, tiene sentido.

     Puso los ojos en blanco, nunca dejó de sonreír. De alguna forma habíamos acoplado nuestros pasos al mismo ritmo, que no era demasiado lento, pero tampoco era un ritmo normal. Nos deslizábamos entre los anchos pasillos de mármol veteado contra las paredes. Era ciertamente inquietante como Jungkook parecía saber exactamente a dónde iba.

     —¿Cómo sabes qué puerta es? Todas son iguales.

     Respiró hondo, lento

     —Dame paciencia...

     —¿Eh?

     —Nada, que me encanta tu vocecilla chillona. En serio, soy fan.

     —Dios, deja de ser una princesa remilga... —entonces él volvió a girarse, inclinando ligeramente la espalda hacia mi dirección. Su rostro buscando acercarse al mío. Me volví más pequeña. Me puse nerviosa. —Bueno bueno, ya me callo. Que sensible... —mi voz sonó más como un chillido, aunque más lo hizo mi corazón, que pareció estar en mi garganta de golpe.

     Llegamos a un lugar que parecía la conexión de todos los pasillos, como al medio de un castillo. El corazón del lugar. Había una escalera de aproximadamente tres metros de largo que iba arriba, a los costados pasillos, al lado de esos pasillos más pasillos y así hasta llegar al pasillo donde aparecimos nosotros.

     En mi humilde opinión, todo era pasillo.

    Bueno, todos mis momentos eran humildes junto a él.

     El lugar estaba decorado igual de estoico que la fiesta, estatuas raras que mi incapacidad artística no me dejaba apreciar, jaulas colgadas que parecían de oro (probablemente lo eran) con plantas exóticas cuyas flores caían hasta casi tocar mi cabeza, y arriba, un monumental tragaluz en forma de cúpula con cristales de colores que formaban un extraño patrón.

『 ɢ ᴀ ɴ ʙ ᴀ ʀ ᴜ  ||  jungkook 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora