Para Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida.
Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
Le mandé otro mensaje a Jungkook con mi dirección y sentí como el estómago se me encogía llena de nervios. Esto podía llegar a salir tan bien como mal. Tong y la abuela se habían encargado desde que era una niña a arruinarme socialmente la vida, me hacían pasar una terrible vergüenza cada vez que alguien nuevo llegaba al restaurante. No tenía sentido pedirles que se comportan, porque sabía que no iban a hacerlo. En realidad, siempre decían algo "Somos esto, si no lo aceptan no tienen nada que hacer en tu vida"
Y me parecía justo, sabía que Jungkook cuando mucho iba a reírse, porque después de todo yo lo había avergonzado públicamente más veces que las que recordaba y él aún así continuaba siendo mi amigo.
Aunque de todas formas, tenía la leve sensación que la reacción de mi familia sobre Jungkook no iba a ser tan problemática. Mi familia estaba llena de tipos duros y rudos —incluida mi abuela, claro, de hecho era la principal— les gustaban las personas con carácter y que sabían defenderse, sobre todo si iba a salir conmigo, no querían a ningún llorón junto a mi. Claro, aceptaban a cualquiera sin juzgar, después de todo así me habían criado, pero el mundo terrenal era cruel y despiadado, y ellos lo sabían mejor que nadie. Era la única pequeña de la familia, y eran muy protectores. Irónicamente, Jungkook calzaba muy bien con el personaje que ellos esperaban, claro, era una princesa remilgada y delicada, pero eso solo te tomabas el momento de conocerlo bien, yo era su amiga y ahora lo tenía más claro.
O bueno, lo que sea ¿Seguíamos siendo amigos después del beso? Ese beso. Maldita sea ¿porqué cada vez que pensaba en el beso me salía un suspiro involuntario? Nunca había besado a una amigo, bueno sí, a Niwa, cuando tenía nueve años y por una apuesta. Había sido solo un roce, pero fue traumático y cada vez que lo recordamos nos miramos con asco.
En fin. Iba a ser una noche larga, y no tenía idea que podía encontrarme en ese supuesto lugar jodido y peligroso. La única opción que tenía era tener fe en Jungkook.
La abuela se sentó junto a mi de golpe, y entonces, yo me giré a ella sobre el banco y me incliné, alzando las manos y sonriendo exageradamente. Las arrugas aparecieron en su pálida frente cuando me miró confundida. —¿Qué tienes ahora?—sonreí más, hasta que me dolieron las mejillas, mostrando los dientes en silencio y señalé mi cabello. Ella continuó igual de confundida. —Demonio de niña ¿qué te ocurre?—encorve la espalda y la miré con decepción.
—¡Me corté el cabello! Dios mujer ¿Qué no lo ves? Aproveché que creció y lo rebajé ¿No lo notas?—ella hizo una mueca.
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—Se ve exactamente igual. —la indignación transformó mi rostro. Tong soltó una carcajada.
—¡Lo tenía recto y por encima de las orejas!—la abuela frunció las cejas aún más.