『 ɢ ᴀ ɴ ʙ ᴀ ʀ ᴜ || jungkook 』

Escena extra + comentarios.

     —Esto ya parece thriller psicológico.

Siho frunció el ceño, mirando alrededor.

—¿Quizá una película de acción?

—No, en esas los protagonistas sobreviven.

Él se inclinó sobre mí porque la estridente música apenas le dejaba escuchar lo que decía, aunque agradecí que no escuchara. Las luces neón del lugar hacían que su piel blanca se tornara incluso más nívea debajo de los focos. Era un poco extraño verlo de negro, teniendo en cuenta que siempre vestía en colores crema o vivía con su maldita bata de medicina, pero hoy, bueno... digamos que la situación lo ameritaba.

A pesar de mis antecedentes en pubs y bares de mala muerte, la garganta se me estrangulaba un poco cada que echaba una mirada al lugar. Lo único que iluminaba nuestro camino entre el apretado gentío era el vaivén de las luces neón, que cada que golpeaban frente a mí alumbraban rostros tatuados, maquillajes extravagantes, gente enfundada en cuero, algunos haciendo cositas que deberían hacerse en privado, y más.

En la esquina trasera del local, chicas de todas las nacionalidades bailando en plataformas colgadas del techo, contoneándose en nada más que pequeños bikinis que no dejaban nada a la imaginación. Del otro lado del pub, a lo largo de las escaleras hacia el segundo piso hay otra hilera de chicas con cruces de cuero ocultando sus pezones y pequeñas bragas de encaje, los chicos (y chicas) que pasaban por la esclera les daban alguna que otra manoseada esporádicamente mientras subían, y nadie parecía molestarse. Aunque de golpe un guardia tuvo que alejar a una chica que parecía casi estar dándole un orgasmo a una de las bailarinas.

Una chica en ropa lo suficientemente reveladora pasó junto a nosotros y arrastró la mano por el hombro de Siho, mirándolo con una sonrisa. Él se encogió como un caracol ante el toque.

Hice un esfuerzo por no reír.

—¿Quizá será una película erótica? —Shio se pegó un poco más a mí, poniéndose rojo, y se acercó para que lo escuchara lo suficiente.

—Han. Él es quién buscamos, recuérdalo. 

Me lo quedé mirando con una ceja enarcada, pensando en su definición de buena persona, ¿qué clase de estudiante de medicina tenía amigos que venían a este lugar? Le eché una mirada.  Incluso aunque le había robado la chaqueta de cuero negro a Bon y le presté unas de mis camisetas enormes de Iron Maiden, Siho continuaba pareciendo no pertenecer. Cualquier gesto de violencia, grosería, o gente con ropa reveladora lo hacía abrir de forma enorme sus ojos.

Tampoco es como si yo perteneciera a este lugar, pero era verdad que no me sorprendía mucho el libertinaje.

Miré la foto de nuevo del supuesto Han. No era de juzgar a la gente, pero el dichoso Han tampoco parecía una Blancanieves que digamos. En la foto tenía un brazo encima de los hombros de Siho en clase, mientras guiñaba un ojo y sonreía a la cámara. Ambos tenían la bata, pero lo que más rayaba de la escena eran los dedos tatuados del tal Han y su piercing en la esquina de la ceja. Era un poco extraño, sólo digo. Sobre todo, con Siho, que cuando una chica de top relevador se le acercaba se avergonzaba como una señora remilgada. 

La noche era un infierno, uno de los peores veranos que conocía, o quizá era simplemente que, en el centro de la ciudad, el corazón que lo conectaba todo con todo, el clima era mucho más intenso. Era un calor asfixiante, caminar entre el gentío no ayudaba para nada. Una fina capa pegajosa cubría mi piel y el sudor se mezclaba con el ambiente enardecido de la gente bailando y charlando, elevando aún más el sofoco.

De golpe, cruzamos una plataforma vacía, sin nadie bailando encima de ella que llamó mi atención. Era el único lugar medio vacío del enardecido local, y estaba en el centro de este. El piso estaba pintado de blanco y los bordes marcados de trazos dispares rojos, como marcando una línea. Fruncí las cejas, a diferencia de donde estaban las chicas, había pequeños grupos de personas alrededor de la plataforma, de alguna manera parecían emocionados. Había visto algo así antes, en un lugar donde Tong nos sacó casi de las orejas a Bon, a Niwa y a mí... oh.