Para Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida.
Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
regresé, eN FORMA DE FICHAS, ta me calmo, en fin, disfruten( ͡° ͜ʖ ͡°)
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Capítulo 7: Nesquik de Fresa Bro.
by; jeon jungkook
Hyemi se limpió la boca con el dorso de la mano y levantó la vista viéndome con su bello, calculador y astuto rostro. Metí mi miembro en mis pantalones y me subí la cremallera rápidamente, comenzando a caminar lejos de las paredes de la gasolinera. Mi vista periférica notó como ella se puso de pie rápidamente y se relamió los labios sonriéndome. La acción le salió algo desesperada. Me maldije internamente abriendo la puerta del auto, yo sabía que esto debía parar, sin embargo, siempre acaba sucumbiendo a los deseos de Hyemi. Hace mucho debía dejarlo ya, pero ella no dejaba de venir a mí.
—¿Y?—enarqué una ceja y la miré por encima de mi hombro.
—¿Y qué?
—Pues, ¿me puedes conseguir el número de Yoongi?—contuve la acción de poner los ojos en blanco.
Jodidamente típico.
Bueno, yo era exactamente lo mismo.
Tampoco es como si me sorprendiera o me dolieran sus palabras, de hecho imaginarme tener a esta perra demente como lo era ella siguiéndome siempre no se oye como un sueño. Bueno, sobre todo porque cuando lo hacía era escalofriante, creí que si le daba lo que quería me la sacaría un poco de encima, sin embargo, fue todo lo contrario.
Abrí la puerta de mi hermoso bebé oscuro con líneas naranjas y me lancé sujetando delicadamente el volante revestido de cuero negro, era precioso. Un reluciente lamborghini aventado en el cual había trabajado demasiado para llegar al estado en el cual se encuentra hoy. Yo lo adoraba, pero más bien también lo hacía por todo lo que trabajé duramente en el negocio de mi padre y haber juntado media vida para poder tenerlo. Ahora que lo tenía, estaba orgulloso, y lo cuidaba mas que a mi vida.
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—¿Jungkook-oppa?—me hundí en el asiento, Dios mío, como odiaba esa maldita palabra. Levanté la vista hacia Hyemi, que ahora estaba frente a la puerta, formaba círculos en el piso con la punta de su pie tímidamente. Mientras bajaba la mirada y jugaba con el borde de su camiseta, una camiseta muy apretada. Jodida perra hipócrita. ¿Por qué actuaba de forma introvertida ahora, cuando hace veinte minutos se lanzó a mi cremallera? Odiaba los juegos que siempre armaba sobre ella misma, era casi enfermizo.
—Te lo mando por correo luego, princesa. —solté, introduciendo la llave en mi bebé rápidamente y la vi fruncir el seño y dejar de abanicar sus pestañas postizas.
—¿Lo harás?—esta vez sí puse los ojos en blanco, ¿me veía como una persona deshonesta o qué? Bueno, probablemente si, no es necesario una respuesta a eso. Pero joder, lo haría, si me acordaba, claro, lo haría. Como vi que definitivamente no era necesario acabar con la charla pisé el acelerador y el rugido inestablemente fuerte del motor enseguida me puso de buen humor. Conduje rápidamente hasta Neón, donde los chicos se encontraban y estacioné en la vereda, algo lejos de los demás autos y motocicletas. Mi bebé era demasiado precioso como para estar tan cerca.