Prólogo
Jungkook
Detrás de la Sra. Seo, el inmenso ventanal se difuminaba cual lienzo. Mis ojos se hundieron en las montañas nevadas que abrazaban el bosque invernal, un pálido manto verde donde las hojas susurraban cosas que yo no quería escuchar.
El sol era débil y pálido, se derramaba tímidamente a través del cristal y bañaba mi rostro con una tibieza agradable, aunque incapaz de disipar el frío que calaba en mis huesos.
En un movimiento lento, mis párpados descendieron ante la dulce tibieza del sol, pero incluso aunque mis movimientos eran lentos y serenos, mi respiración estable y moderada, todo aquello resultaba un vano intento de detener la tortuosa tormenta que se arremolinaba en mi interior, el dolor que se agitaba con cada respiración.
El débil calor del sol sobre mi piel era el recuerdo fugaz de algo cálido, algo que me recordaba a las pecas, inmensamente importante que alguna vez pudo ser mío y que se alejaba sin que pudiera detenerlo. La sensación de angustia en mi pecho era cíclica, iba y venía, iba a venía, iba y venía...
Jamás se iba.
—¿Jungkook?
Como ella me había enseñado, inhalé profundo, hasta que mis pulmones estuvieron a punto de estallar y no sopotaran más aire. Me aferré, con una débil esperanza, a la idea de que con esa exhalación de aire se iría todo aquello que sentía, aquello que me sofocaba. Cuando dejé ir todo el aire y abrí los ojos, inhalando nuevamente, sentí un frío húmedo en las pestañas, las lágrimas se arremolinaban alrededor de las esquinas de mis ojos.
La angustia continuaba allí.
La Sra. Seo me miró con una pequeña sonrisa, esperando mi respuesta. Era una mujer tan paciente.
—Si —respondí finalmente —, es una necesidad.
Ella asintió lentamente. Puede que la Sra. Seo no era nada a lo que había visitado antes, con su cabello castaño que siempre parecía despeinado, las formas raras en que se sentaba encima de su sillón, o incluso todas las estatuillas de Buda y la cascada en la esquina de la habitación. Me pregunté si no tenía frío descalza y con ese vestido floreado. Pero aquí... había algo aquí... no sé qué, que me relajaba.
—Y esa necesidad, que me dices, ¿es de ella, o de lo que sentías a su lado?
Pestañeé. La humedad en mis pestañas se hizo más evidente.
Mi mente traicionera se demoró medio segundo en llenarse de recuerdos. Su risa estridente. Sus enojos. Sus fuertes ideas, que nunca se avergonzaba en expresar. La forma en que la punta de sus cabellos siempre se curvaba, sus muecas que era incapaz de ocultar, la forma en que sus orejas se pintaban coloradas cuando se avergonzaba, la forma en que se encogía con el frío o la forma en que levantaba la mandíbula para expresar su opinión.
—Recordarla es... es difícil.
Me avergonzó cuánto me costó encontrar mi propia voz.
—¿Qué es difícil?
Sentí como toda mi cara volvía humedecerse, era así. Cuando comenzaba a llorar en silencio, simplemente no podía parar. La Sra. Seo me miraba en silencio, respetando mi momento.
¿Qué era difícil?
Todo. Todo era difícil. No sabía qué hacer para dejar de sentirme así, no podía hacer nada con ello.
Había algo, algo que siempre rompía mi mente sin aviso...
—Sus ojos...
La Sra. Seo echó la espalda adelante, mi tímido susurro no había llegado a ella.
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『 ɢ ᴀ ɴ ʙ ᴀ ʀ ᴜ || jungkook 』
FanfictionPara Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida. Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
