Jungkook
Las luces azules de la escalera ardían contra mis ojos como cuchillas incandescentes. Incluso con los golpes de la música, aún podía escuchar mis propios latidos. Cada uno retumbaba en mis oídos como un golpe seco, ensordecedor, marcando el ritmo rabioso de la furia que crecía en mi interior como una bestia hambrienta. Algunas personas se quejaron cuando, al subir las escaleras, mi cuerpo los empujaba hacia otros lados.
Ni notaba ni sentía nada, todos mis esfuerzos mentales se enfocaban en un solo pensamiento:
¿Qué hacía Pecas aquí?
Sentía como la furia me comía las entrañas, se expandía por mis extremidades como fuego líquido. Las manos me temblaban, los dedos me crujían. Sentí esa reconocida sensación de violencia contenida que amenazaba con explotar. El aire era espeso, sofocante, y cada respiración alimentaba la hoguera que ardía en mi garganta. Mis sentimientos estaban provocando un filtro rojizo que distorsionaba mi realidad, veía los bordes borrosos. No veía personas, solo sombras. Mi propio pulso golpeaba contra mis sienes con una fuerza que amenazaba con reventarme el cráneo.
No podía pensar con claridad. Solo existía esa necesidad primitiva, esa sed de destrucción que me consumía desde adentro y nublaba todo rastro de razón.
La escena se repetía una y otra vez en mi cabeza como una especie de loop sin escape, y cada vez que regresaba me golpeaba con la misma fuerza: Jihee, contra la pared, con esa expresión de alerta y vulnerabilidad que nunca debí haber visto en su rostro. Que nunca debió tener. Una expresión que no debía tener en absoluto. Era un tesoro en bruto. Debían protegerla como tal ¿Qué demonios hacía aquí?
No podía procesarlo. Mi cerebro se negaba a aceptar que ella estuviera ahí, en este lugar inmundo. Era como si dos mundos que jamás debieron tocarse hubieran colisionado de la peor manera posible. Su cuerpo encogido, rodeado de toda la mierda que existía aquí, se veía tan pequeño, tan frágil, que algo se retorció violentamente en mi estómago.
No debía respirar el mismo aire que esta cloaca infestada de sangre, humo y sudor. No debía ver las cosas que se veían aquí, ni escuchar los gritos, ni sentir el olor a desesperación que se pegaba a las paredes como una segunda piel. Ella es alguien con algo genuino en el pecho, algo que la mayoría de los jodidos de aquí habíamos perdido. No pertenecía a leguas.
La vista de su muñeca vendada casi me descompuso. Ese vendaje blanco, impoluto, con aquella mancha de tierra, era todo lo que representaba ella aquí. Su expresión de dolor fue como una puñalada que se enterró en mi pecho y se quedó ahí, latiendo, recordándome lo que había hecho.
El shock me había dejado paralizado por unos segundos que se sintieron como horas. Ver a Jihee ahí era como encontrar una fotografía de recuerdos quemándose en un incendio. Algo que debía mantenerse intacto, algo que era mío, y había fallado completamente en cuidar.
No sabía qué demonios hacía aquí, pero sabía perfectamente quién la había dejado entrar.
Empujé la puerta del palco con tanta fuerza que las vigas de madera vieja chirriaron. La habitación se llenó del estruendo de la puerta golpeando la pared, y todos quienes estaban adentro giraron al instante.
Solo hubo uno, uno de ellos permaneció completamente tranquilo, y, de hecho, sonrió al verme.
HyoIn.
Creo que eso que había en la copa que tenía en la mano era vino. Cuando lo miré a los ojos, desde su sillón, cómodo, su sonrisa se ensanchó con lentitud, como si hubiera estado esperando exactamente ese momento.
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『 ɢ ᴀ ɴ ʙ ᴀ ʀ ᴜ || jungkook 』
FanfictionPara Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida. Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
